miércoles, septiembre 19, 2007

El nombre de nuestro miedo



El sábado pasado, en Marca de Radio estuvo mi profesor fetiche de la facultad: Alejandro Horowicz, a quien aprecio y admiro con creces. Ahora parece que también se está convirtiendo en el analista favorito de Aliverti, lo cual me enorgullece. Armaron una mesa junto con la militante Alicia Calvo (incluyendo mini-debate) sobre el tema Jorge Julio López. A un año de su desaparición viene bien repasar algunas cosas y ver dónde estamos parados. Los detalles del caso son de público conocimiento, sobre todo por su poco grado de avance y la incapacidad del aparato judicial de movilizarse y movilizar a la fuerza pública para que investigue como es debido, no con mujeres pájaro (sic) que sobrevuelan la zona.

Al escuchar esta nota hay algunas cosas que se aclaran. AH vierte una serie de conceptos y una línea de razonamiento que es digna de seguir. El audio está en la página del programa y sino yo lo subí aquí.

Trataré de hilar la argumentación de forma que pueda comprenderse lo más claramente posible, pero tal vez requiera alguna relectura/repensado. Paciencia, vale la pena.

Cuando se habla de JJL se habla del nombre de nuestro miedo. El miedo tiene una lógica que consiste en aislar a cada uno de los que integran la cadena de un problema. Si nos convencemos de que “x” es el problema (uno de los eslabones de la cadena), se acaba el problema. Un mecanismo de dominación sistemático funciona quebrando los vínculos entre aquellos que integran una cadena. En este sentido, es cierto que el gobierno tiene la plena responsabilidad de evitar que suceda lo que sucedió con JJL pero eso no ayuda a entender el fondo de la cuestión. Solo delimita a quién le corresponde entender, en principio, de qué se trata.

¿Es esto el comienzo de una cadena? No, esto es el coletazo del final de una cadena. Esto significa que no estamos en presencia de una política posible de desaparición sistemática (es decir, decenas, cientos, miles), sino de “alguien/es” con cierta reserva de poder como para producir este hecho, pero no mucho más que este hecho. La prueba de esto es el juicio a Von Wernich, y por supuesto también la condena a Etchecolatz. Con esto último se cruza una raya. Etchecolatz fue el número dos del aparato represivo más importante de Argentina (Policía de la Provincia de Buenos Aires). Von Wernich carga con la responsabilidad político/institucional de la Iglesia Católica, la misma que guarda silencio hoy mismo sobre los hechos de entonces. Esto es aún más grave que lo de JJL, porque no es un coletazo sino que es un continuo defender hoy, día a día, de todo aquello que se hizo. Pone en evidencia la estructura esquizofrénica de la sociedad argentina, que, si es interpelada, puede indignarse por el caso López pero no puede unir esto con la Iglesia Católica. Agrego yo: más aún, está dispuesta a preferir la opción de la teoría conspirativa del auto secuestro que asumir el costo del coletazo.

Pierden la raya en el momento en que se juzga a Etchecolatz. Si se analiza la lógica política de este proceso entre 1976 y 2001 se observa que se propuso juzgar a nueve comandantes y no se juzgó ni a uno más. Se propuso garantizar la impunidad de todos los demás y garantizaron por esos veinticinco años la impunidad de todos. El castillo se derrumba en el momento que empiezan a tener que admitir no solo un juicio, sino un juicio con una condena cuya fórmula reza: genocidio.

El PRN no es solo una cuestión militar sino una dictadura burguesa terrorista, esto es que tiene clases sociales beneficiarias, hoy impunes legal y legítimamente (la UIA, SRA, ADEBA, Partidos políticos, todos figuran dentro de la legalidad instituida).

Con este juicio se abre la revisión política de la historia argentina.

La cuestión de si JJL es un aviso o un coletazo no es menor, pero puede velar la discusión de fondo. La dictadura terrorista burguesa del 76/83 quebró la relación entre los delitos y las penas. La legalidad burguesa instituye la igualdad ante la ley, eso fue lo que quebraron (no es lo mismo si un delito lo produce un villero que si lo produce un empresario). Y no se trata solamente de la falta de punición, sino de una estructura cuya transmutación produjo Cromañón, Gatillo Fácil, Represión, etc.

¿Qué es lo que sigue vivo en la cultura política argentina que se instaura en este marco? La única posibilidad de los sectores populares es la victoria de reestablecer la igualdad ante la ley. Esta victoria es un signo, y la marca del signo es “Etchecolatz”.

El problema no es si vamos a juzgar a cada uno de los culpables, ese es el problema de los que fueron personalmente agredidos, no de la sociedad argentina. Aquellos tienen el derecho de exigir que se convierta en una demanda de la sociedad, pero de ahí a lograrlo se está lejos (ni siquiera se logró en la Alemania nazi derrotada ocupada por cuatro naciones).

Hemos avanzado en un solo punto y en ninguno otro. La estructura económico social que nos dejaron (23% del ingreso es de los asalariados, cuando promediaba el 40% hasta el 76) no se revierte ni juzgando a todos. Se reestableció la relación entre los delitos y las penas, nada más. El resto es tema pendiente.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo espetó...

pero seamos honestos... ¿quien puede pedir, un año después de su desaparición, que aparezca con vida? mínimo pidan "que aparezca ya" o que se sepa que pasó, pero vivo dudo que esté, ya debe estar muertísimo , ¿no les parece?

20/9/07 12:50  
Blogger MaxD espetó...

fabio, no seas tan pragmático. Es una fórmula, un símbolo. Como también se lo hace con los que están desaparecidos desde los 70. Así se empezó, reclamando la aparición con vida. El reclamo tiene que ser de máxima.

20/9/07 13:51  
Anonymous Anónimo espetó...

Cordialement pour le partage de l'information avec nous sur blograyado.blogspot.ru.

9/2/13 00:27  

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