Charlas de Sobremesa
Hace tiempo que tengo una cierta incomodidad durante las charlas de sobremesa. Resulta que siempre llega un punto en la reunión en que los temas giran hacia aquellos de, digamos, dominio público. Política, economía, farándula, el tiempo, por mencionar algunos en general. Ahora bien, dentro de estos grandes temas, hay algunos tópicos a los que soy particularmente sensible. Será por mi formación, por mis intereses, por mi personalidad, un poco de todo. Por dar algunos ejemplos: pobreza, marginalidad, terrorismo de estado, seguridad, etc.
De golpe alguien lanza una frase: “Esos están así porque no quieren laburar”. Son frases que se tiran a la mesa solo para que todos los participantes de la charla asientan o agreguen algún adjetivo más: “Son vagos”, o, en el mejor de los casos “No tuvieron educación”. La frase de trasnoche de este año nuevo fue, sin duda, “Lo de Gerez estuvo todo armado”, y apuesto que se repitió en casi todas las mesas del país.
Por mi forma de ser y otros etcéteras como los que puse arriba, este tipo de aseveraciones reflejas me chocan y me duelen, aunque no me enojan ni me parecen terribles. Mi reacción es quedarme callado y, tal vez, poner cara de culo. Siento que si trato de contra argumentar generaría una situación incómoda en la mesa o, en el mejor de los casos, un tremendo aburrimiento para todos. Trato de mantenerme informado sobre temas de actualidad y luego los medito para constituirme una opinión sobre los más relevantes. La vorágine de noticias, por lo general no da tiempo para hacerlo, pero otras veces sí (o son temas que merecen ser analizados con detenimiento). Cecilia me reta porque dice que tendría que compartir mi opinión con todos, como un “deber ser”, que si sé algo que el resto no sabe o considero que está equivocado, “debería” compartirlo para corregir el supuesto error. Algo de razón tiene, sobre todo porque estudié en una universidad pública y todos nos pagamos (digo así porque yo también pago mis impuestos) mi formación, entonces debería dar una devolución a la comunidad.
El principal problema es que, dentro de estas frases, no habría una aseveración más o menos correcta, o más o menos exacta, sino que funcionan como interpelaciones a tomar una posición clara y definida sobre un determinado tema que, por lo general, al menos yo, considero que requiere un trabajo de elaboración de la opinión y de discusión. Todo esto hace más complejo el tema en cuestión y todos terminamos quedándonos con más dudas que antes, pero dudas más complejas y profundas que las que dispararon el debate. Honestamente no sé, sobre todo si no tengo la confianza suficiente, si hay las ganas de meterse en este lío entre copa y copa, entre garrapiñada y pan dulce. Creo que no. Por eso prefiero quedarme en el molde, la alternativa sería tomárselo como una actitud (casi política) de difusión del debate y discusión de temas complejos… y embolar a la mayoría, entusiasmar a alguno y tal vez hasta lograr que no te inviten más (esto último no me gustaría que ocurra).
Tengo este espacio donde escribo lo que pienso, y el que lo lee no tiene obligación y puede incluso interrumpir la lectura y mandarse a mudar, cosa que en el cara a cara quedaría bastante grosero. Así que, aunque me propondré intentar ser más extrovertido en las reuniones (como para darle el gusto a Cecilia), creo que este ámbito es más propicio para la reflexión. Por otra parte, me siento más cómodo escribiendo que hablando.
Sin embargo, mi curiosidad científica (por llamarle así a las “Ciencias” Sociales) me llevó a darle una vuelta más de tuerca. Es lo bueno de esto, tratar de ver las cosas desde otra perspectiva puede ser más enriquecedor. La pregunta que va más allá sería ¿Por qué se dice lo que se dice? ¿Qué puede haber detrás de estas frases?.
Se me ocurre que forman parte de lo que Michel Foucault llamó discursos de poder que circulan y recirculan a través nuestro, y se afirman y reafirman cada vez que son enunciados, como actos reflejos. Ni nos damos cuenta, pero están evidentemente allí. Como decía arriba, al enunciarlo, se nos interpela a tomar una posición, que si no es la mayoritaria de consenso, se presenta una resistencia a nuestro intento de salida, puede manifestarse mediante la desaprobación, la crítica, o solo la mirada y el silencio desconcertante. La disidencia nos deja afuera (outsider) por quebrar una suerte de pacto implícito de no cuestionar a estas frases. Resultaría realmente interesante analizar la genealogía de poder que se esconde detrás de estos discursos. Como punto de partida para las dos frases enunciadas de ejemplo, podría pensarse “Esos están así porque no quieren laburar” a partir de la dicotomía de civilización y barbarie o la de Gerez y los desaparecidos desde “La hora de la espada” de Lugones (tomando la línea de David Viñas).
Estas pueden ser mis tribulaciones de una caminata por la tarde, cuando estoy solo conmigo mismo, no en medio de la reunión, lo que me convertiría en una especie de bicho extraño que anda analizando a la gente que me rodea. Digo esto para que no piensen que los estoy observando con rigurosidad científica mientras nos clavamos unas pizzas. También digo boludeces (la mayor parte del tiempo) y me cago de risa como todos, juego con ironías y por sobre todo, me gusta reunirme con amigos y familares. No obstante, trataré de ser un poco más transparente con mis pensamientos, pero seguramente me costará encontrar un equilibrio que no me lleve a sonar agresivo o indiferente. ¿Un objetivo para 2007?.
De golpe alguien lanza una frase: “Esos están así porque no quieren laburar”. Son frases que se tiran a la mesa solo para que todos los participantes de la charla asientan o agreguen algún adjetivo más: “Son vagos”, o, en el mejor de los casos “No tuvieron educación”. La frase de trasnoche de este año nuevo fue, sin duda, “Lo de Gerez estuvo todo armado”, y apuesto que se repitió en casi todas las mesas del país.
Por mi forma de ser y otros etcéteras como los que puse arriba, este tipo de aseveraciones reflejas me chocan y me duelen, aunque no me enojan ni me parecen terribles. Mi reacción es quedarme callado y, tal vez, poner cara de culo. Siento que si trato de contra argumentar generaría una situación incómoda en la mesa o, en el mejor de los casos, un tremendo aburrimiento para todos. Trato de mantenerme informado sobre temas de actualidad y luego los medito para constituirme una opinión sobre los más relevantes. La vorágine de noticias, por lo general no da tiempo para hacerlo, pero otras veces sí (o son temas que merecen ser analizados con detenimiento). Cecilia me reta porque dice que tendría que compartir mi opinión con todos, como un “deber ser”, que si sé algo que el resto no sabe o considero que está equivocado, “debería” compartirlo para corregir el supuesto error. Algo de razón tiene, sobre todo porque estudié en una universidad pública y todos nos pagamos (digo así porque yo también pago mis impuestos) mi formación, entonces debería dar una devolución a la comunidad.
El principal problema es que, dentro de estas frases, no habría una aseveración más o menos correcta, o más o menos exacta, sino que funcionan como interpelaciones a tomar una posición clara y definida sobre un determinado tema que, por lo general, al menos yo, considero que requiere un trabajo de elaboración de la opinión y de discusión. Todo esto hace más complejo el tema en cuestión y todos terminamos quedándonos con más dudas que antes, pero dudas más complejas y profundas que las que dispararon el debate. Honestamente no sé, sobre todo si no tengo la confianza suficiente, si hay las ganas de meterse en este lío entre copa y copa, entre garrapiñada y pan dulce. Creo que no. Por eso prefiero quedarme en el molde, la alternativa sería tomárselo como una actitud (casi política) de difusión del debate y discusión de temas complejos… y embolar a la mayoría, entusiasmar a alguno y tal vez hasta lograr que no te inviten más (esto último no me gustaría que ocurra).
Tengo este espacio donde escribo lo que pienso, y el que lo lee no tiene obligación y puede incluso interrumpir la lectura y mandarse a mudar, cosa que en el cara a cara quedaría bastante grosero. Así que, aunque me propondré intentar ser más extrovertido en las reuniones (como para darle el gusto a Cecilia), creo que este ámbito es más propicio para la reflexión. Por otra parte, me siento más cómodo escribiendo que hablando.
Sin embargo, mi curiosidad científica (por llamarle así a las “Ciencias” Sociales) me llevó a darle una vuelta más de tuerca. Es lo bueno de esto, tratar de ver las cosas desde otra perspectiva puede ser más enriquecedor. La pregunta que va más allá sería ¿Por qué se dice lo que se dice? ¿Qué puede haber detrás de estas frases?.
Se me ocurre que forman parte de lo que Michel Foucault llamó discursos de poder que circulan y recirculan a través nuestro, y se afirman y reafirman cada vez que son enunciados, como actos reflejos. Ni nos damos cuenta, pero están evidentemente allí. Como decía arriba, al enunciarlo, se nos interpela a tomar una posición, que si no es la mayoritaria de consenso, se presenta una resistencia a nuestro intento de salida, puede manifestarse mediante la desaprobación, la crítica, o solo la mirada y el silencio desconcertante. La disidencia nos deja afuera (outsider) por quebrar una suerte de pacto implícito de no cuestionar a estas frases. Resultaría realmente interesante analizar la genealogía de poder que se esconde detrás de estos discursos. Como punto de partida para las dos frases enunciadas de ejemplo, podría pensarse “Esos están así porque no quieren laburar” a partir de la dicotomía de civilización y barbarie o la de Gerez y los desaparecidos desde “La hora de la espada” de Lugones (tomando la línea de David Viñas).
Estas pueden ser mis tribulaciones de una caminata por la tarde, cuando estoy solo conmigo mismo, no en medio de la reunión, lo que me convertiría en una especie de bicho extraño que anda analizando a la gente que me rodea. Digo esto para que no piensen que los estoy observando con rigurosidad científica mientras nos clavamos unas pizzas. También digo boludeces (la mayor parte del tiempo) y me cago de risa como todos, juego con ironías y por sobre todo, me gusta reunirme con amigos y familares. No obstante, trataré de ser un poco más transparente con mis pensamientos, pero seguramente me costará encontrar un equilibrio que no me lleve a sonar agresivo o indiferente. ¿Un objetivo para 2007?.
9 Comentarios:
comparto tu postura y sensaciones, me sucede igual y a veces con el agotamiento de caer siempre bajo el mismo topico. Enmi caso me esfuerzo en hallar otra perspectiva e inducirla para al menos cambiar el dialogo en algo.
Sin duda lo más acertado... pero llegar a ese punto de equilibrio requiere bastante destreza en el manejo de la situación y del discurso.
proba con imprevistos. Funcionam, es una especie de truco de la vieja PNL (programacion neurolinguistica)
Parece que esa frase anduvo por muchas mesas del año nuevo.
Aún me resuena como puñal y, como vos, tampoco emití opinión (sólo un elevar de la ceja derecha, mezcla de asombro y disconformidad)
Será que aprendí que, a veces, es inútil intentar compartir un razonamiento sobre tópicos que nos son sensibles. Seguramente la siguiente frase (luego de intentar un razonamiento sobre el tema en cuestión) hubiera sido "¡vos siempre en esa posición!"
Y sí, es inevitable. Todos tenemos una "posición" frente a la vida e intentamos funcionar en consecuencia.
Aunque los que hacen esos comentarios de sobremesa, no se hagan cargo.
Felicitaciones por tu blog.
Por algo se recomienda no hablar de política o religión en la mesa, cuanta más gente más quilombo será. Hay mucha sidra de por medio.
Tal vez sea mejor hablar de celulares y moda.
En un ambito más o menos de confianza tal vez se puede pasar por revolucionario y disentir, es casi una responsabilidad. Lo malo es que el ámbito a veces no da para tanto.
De todos modos, respecto a Gerez pienso que es una payasada de la era K. Pensar cosas como "está todo armado" no es un reflejo facho de clase media, me parece que es una especie de instinto de conservación.
Alguna vez creímos que Río Tercero había sido un accidente o creímos el caso Yabrán... y en pocos años se conocieron derivaciones -casi- impensadas.
En los últimos años nos han enseñado a sospechar primero y pensar después.
Silsh,
Muchas gracias por tu visita, tu cumplido y tus comentarios...
Cattel,
No quiero meterme demasiado en los pormenores del caso, aunque hasta ahora nadie, por más esfuerzo que hicieron, pudo presentar un argumento creíble a favor de que se trató de un autosecuestro. Más aún teniendo en cuenta la torpeza del gobierno y de las fzas de seguridad en el tratamiento del este caso y de otros similares (recordemos que no es el único).
Justamente tratándose de un caso de un "desaparecido" reaparecido hay connotaciones de mucha carga simbólica que nos hacen apresurar una conjetura tal que no es casual que se afirme de determinada manera.
Entramos en el terreno de la doble-paranoia: hacen A, pero declaran B para que sospechemos A.
Como en el caso de las auto-Torres gemelas... o los auto-saqueos con fines políticos, etc. Cosas que son opiniones "fáciles" y al final terminan resultando ciertas (aunque dificiles de probar, claro)
No sé, ojalá pronto se sepa con pelos y señales de qué viene todo este asunto y, sobre todo, que no siga pasando. Es feo saber que te quieren gobernar por el miedo, está de moda. La nueva tendencia de la democracia americana.
Maxd
Esto que contás acerca de ese instante en el que se duda si abrir la boca y decir todo lo que sabés o pensás, o bien quedarte callado esperando que la gente de la reunión pase a otro tema menos ríspido.
Mi actitud suele ser parecida a la tuya, trato de no hacer todo un planteo cuando estoy en una reunión “amena”. Sin embargo, eso lo logro con algunos temas pero no con otros que me resultan más dolorosos o cercanos, como el de Gerez.
Lo que decididamente no hago nunca es desgastarme y exponerme hablando con personas que tienen puntos de vista opuestos a los míos. Ni siquiera me interesa; quizás hago mal.
Cattel, ponés como dos ejemplos paralelos a la explosión de Río Tercero y a lo que llamás caso Yabrán, y me parece que hay que ser más cuidadoso con estas opiniones que vos mismo llamás fáciles. En el primer caso la justicia probó que la explosión de Córdoba –contra lo que se creyó en un principio– fue intencional. En cambio, que Yabrán esté vivo es nada más que un mito: en la justicia está probado que está muerto y mi esposo vio fotos de la autopsia por su trabajo por lo que yo (al menos yo) no tengo dudas de su muerte. Creo que la paranoia permanente no suele ser buena consejera.
Gracias Sol por tu excelente aporte... sí, la de Yabrán es ya como un mito urbano... es una construcción idealizada del oligarca, como que es invulnerable. Ahí funciona nuestra cultura de la derrota, no podemos hacer nada contra el que tiene la guita. Tenemos tan internalizado el fetiche del dinero que creemos realmente que un tipo que tiene mucha plata tiene garantizada la vida y, por sobre todo, felicidad eterna. Esas cosas hay que reflexionarlas un poquito más... claro que ver las fotos de la autopsia valen... buen dato
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