miércoles, junio 24, 2009

Mi palabra sospechosa: filántropo

Otrora representaba aquella actitud de quien se reconocía como privilegiado por haber nacido y sido criado en una clase pudiente por obra de la providencia, que reconocía por sí mismo una especie de deuda con su querida comunidad, sobre todo con aquellos que no habían corrido con esa misma suerte sino todo lo contrario y por todo ello intentaba aportar (siempre, por supuesto, sin poner en riesgo su estilo de vida ni el modo de producción que le permitía mantenerlo) tanto económica como políticamente un paliativo hacia los desfavorecidos.

Hoy, en tiempos de capitalismo de valorización financiera, de "fin de la historia", de "muerte de la ideologías", es solo una etiqueta más de quien requiere (y solo si lo requiere) una mínima legitimación social para concretar sus pingües negociados o caprichos de rico. Son características de este nuevo filántropo la manipulación, el desprecio por lo público y comunitario, el concepto de dádiva (entendido como cesión de migajas sobrantes de una gran fortuna hacia aquellos que no tienen ni merecen tener) y por supuesto la naturalización de la distancia social, la gran derrota (o triunfo, dependiendo de qué lado de la línea de la pobreza hayas quedado) cultural del siglo XX.

1 Comentarios:

Blogger Marcos espetó...

Esto me hace pensar en mi escasa lecatura de Nietszche: La genealogía de la moral.
Un filántropo vendría a ser uno de esos tipos que necesita a aquel que toma las migajas para tener un razón de ser.

24/6/09 14:05  

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