Mi palabra favorita: desarraigo
Hace un par de semanas pasaron en el mejor canal de aire de la televisión argentina un documental sobre Nueva Federación (esa ciudad que mudaron para inundarla con la represa de Salto Grande). Y si bien ahora es una ciudad pujante en buena parte gracias a sus aguas termales y el potencial turístico que ello implica, en sus pobladores persiste una gran tristeza y nostalgia por la vieja ciudad demolida e inundada.
Uno de los personajes que más me llamó la atención es un poblador que mantiene un jardín botánico con especies del monte y dice que "por ahora el único que se me resiste es el algarrobo, lo trasplanto y al tiempo pierde fuerza y se seca. Pero ya le voy a encontrar la vuelta".
Cuando uno deja su lugar, quedan ahí las raíces que crecieron hasta entonces. Y por más que intentes adaptarte al nuevo hogar, tus raíces ya no tienen la fuerza que tenían cuando naciste y te criaste, ya no crecen tan fácilmente ni llegarán tan profundo como las de los nativos. Pienso no solo en aquellos que nos desarraigamos por motu proprio o aquellos desplazados por cuestiones de Estado (como en el caso de Federación), sino en quienes debieron exiliarse por persecución política, conflicto bélico, necesidad laboral, precariedad social o ambiental. Pienso también en tanto sorete xenófobo que bate el parche sin siquiera entender qué significa un desarraigo y la herida indeleble que lo conlleva.
Uno de los personajes que más me llamó la atención es un poblador que mantiene un jardín botánico con especies del monte y dice que "por ahora el único que se me resiste es el algarrobo, lo trasplanto y al tiempo pierde fuerza y se seca. Pero ya le voy a encontrar la vuelta".
Cuando uno deja su lugar, quedan ahí las raíces que crecieron hasta entonces. Y por más que intentes adaptarte al nuevo hogar, tus raíces ya no tienen la fuerza que tenían cuando naciste y te criaste, ya no crecen tan fácilmente ni llegarán tan profundo como las de los nativos. Pienso no solo en aquellos que nos desarraigamos por motu proprio o aquellos desplazados por cuestiones de Estado (como en el caso de Federación), sino en quienes debieron exiliarse por persecución política, conflicto bélico, necesidad laboral, precariedad social o ambiental. Pienso también en tanto sorete xenófobo que bate el parche sin siquiera entender qué significa un desarraigo y la herida indeleble que lo conlleva.
2 Comentarios:
En nuestro caso muchos de nuestros abuelos o bisabuelos vivieron el desarraigo, en el caso de mi familia, por conflicto bélico. Es un ingrediente tan arraigado este del desarraigo, que continúa filtrándose de generación en generación moldeando una forma de educación particular. Somos de acá, nacimos acá, crecemos, acá, nos identificamos con nuestro entorno, pero al mismo tiempo tenemos muy presente que nuestros abuelos vinieron de otro lado, de ese otro lado del que aun hablan y con el que en cierto punto se sienten identificados. Mis abuelos no sienten ganas de volver a arraigarse al lugar de sus raíces, el lugar no es el que dejaron.
Me parece un ingrediente interesante para investigar desde los sociológico, somos de acá pero un poquito de allá también... será esta la identidad típicamente argentina?
Sin duda es típico argentino, y sí, está estudiado. Tu punto de extender las raíces al árbol genealógico le agregó perspectiva histórico-social a mi texto, que era más personal y sentido a partir de las historias de vida que vi en el documental y me movieron internamente en mi propia experiencia de desarraigo, que si bien la tengo presente por lo vivido por mis padres (madre también llegada por conflicto bélico y padre nacido en el interior) no es lo mismo que tenerlo en carne propia. Es como un "reinicio" de las raíces de aquel árbol genealógico. Yo ya sentía muy lejanas esas puntas europeas, Jx verá a Buenos Aires de visita, todo vuelve a empezar.
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