Sobre medios gráficos

El conjunto de situaciones causadas por la nieve de Bariloche, la niebla de Buenos Aires, los radares y los conflictos gremiales ha tenido como consecuencia, entre otras más graves, que en las últimas semanas no hayan llegado los diarios de Buenos Aires (mal llamados nacionales) o que lo hagan de forma irregular y tarde. Suelo comprar el Página 12 y el fin de semana pasado no lo conseguí. Luego pensé que había estado bastante cabezón y porteñocentrista al no optar por un diario local que sí estaba disponible y, después de todo, la idea era informarme más o menos de las cosas. Este fin de semana recapacité y ante la falta del P12 compré el Río Negro (aunque no es estrictamente local de Bariloche es zonal de la provincia y del área de influencia del Comahue).

Respecto a mi preferencia por el P12 me hago cargo que en parte está cooptado por el gobierno, si bien hay críticas (por lo general por izquierda) y sus columnas son dentro de todo independientes. Sin ir más lejos, la semana pasada se lo cargaron con ganas a Blumberg, en una operación de prensa en conjunto con el horrendo Ámbito Financiero, aunque algunos dicen que lo primerearon al gobierno que pretendía destapar la olla más cerca del ballotage porteño para no darle tiempo a Macri a reaccionar. Sin faltar a la “verdad”, porque Blumberg hizo ostentación de título sin tenerlo, lo cierto es que la publicación de esa noticia tenía como objeto cargarle un collar de adoquines al Macri (que ya desde su nacimiento político tiene sobrados motivos para ni siquiera poder figurar en la escena pública, pero aquí estamos, como se dice: a llorar a la iglesia, se viene la derecha). No obstante esta salvedad, de la cual no escapa ningún medio (recuerden niños: no existe la objetividad), el P12 funciona bien para mí en cuanto a la selección de temas, columnas de opinión, etc, en definitiva: el conjunto de relatos (toda noticia es un relato) que interpretan la “realidad”, aunque ésta no existe como hecho ajeno a nuestra subjetividad. De todas formas, nunca hay que perder la actitud crítica aunque ciertas interpretaciones nos resulten “cómodas”, lo cual no es nada fácil.

Cuestión que le di mi oportunidad al Río Negro. Debo decir que la experiencia no ha sido muy buena. Ya en la portada encuentro que la bajada del titular “Cortan el gas a 12 industrias de la región” dice “Es por la alta demanda que genera la ola de frío en todo el territorio nacional y por la imprevisión del gobierno.” Me pregunto ¿eso es todo? Aparte de la imprevisión del gobierno, ¿no hay nada para decir de la falta de inversión de las privatizadas? ¿Y de la política heredada de los años 90 gracias a la cual exportamos nuestro gas a precio irrisorio y dilapidamos las reservas para que se lleven los dividendos con pala? Solo por mencionar dos argumentos plenamente superficiales. Menciono solo una joya más dentro de la (nada más ni nada menos) columna editorial dedicada a la fractura del Estado Palestino (“El desastre palestino”) donde dice:

Nadie duda de que el golpe de Estado que acaban de concretar los islamistas de Hamas en la Franja de Gaza, donde (…) derrotaron a las fuerzas de Al-Fatah que son leales al presidente Mahmoud Abbas, significa el fin del llamado “proceso de paz” que, se suponía, llevaría a la creación de un Estado palestino capaz de convivir con Israel. Aunque Al Fatah, que todavía domina Cisjordania, también quiere la destrucción de Israel, por lo menos se manifestaba dispuesto a respetar una tregua táctica que andando el tiempo podría perpetuarse, pero Hamas ni siquiera finge creer en la posibilidad de un arreglo (…) tales esperanzas parecen muy pero muy ingenuas, por ser cuestión de hombres que subordinan absolutamente todo a su voluntad de aniquilar el Estado Judío y no se preocupan en absoluto por los sufrimientos de sus propios compatriotas.

Me pregunto si puede uno expresarse de una forma tan capciosa, tan pro-israelí y tan pro-Bush. Así como Dolina dice que todo lo que hace el hombre es para levantarse a una mina, Río Negro opina que todo lo que hace un musulmán (despectivamente llamado islamista) lo hace para cargarse a un judío. Así de sencillo sería el conflicto en Medio Oriente, sobre todo sin incluir ni una sílaba sobre el rol de Israel y de EEUU en todo esto.

Una bastante a favor resultó ser una columna de opinión llamando a discutir sobre la responsabilidad política de Sobisch en el asesinato de Carlos Fuentealba y su comportamiento posterior. El artículo es bien interesante pero reviste importancia más que nada para los neuquinos, siempre y cuando la presunción de haberse enterrado políticamente como proyección nacional siga valiendo para Sobisch, porque si este hombre es presidenciable estamos en el horno (más aún). En definitiva: vale la pena leer el artículo, pero es una honrosa excepción a la regla que resultó la línea editorial del periódico. Quisiera dejarles el enlace, pero sospechosamente la nota no está en la edición electrónica (!).

Me llevó muy poco tiempo leer todo el diario, si bien tiene muchas más páginas que el P12. Tan liviano es el contenido que siquiera uno necesita detenerse demasiado en las notas dado que no tienen prácticamente profundidad, las pocas que pueden resultar interesantes. Ahora bien, esto está bien porque responde a un patrón de consumo cultural, esto es lo que pretende el promedio tilingo argentino: fórmulas prefabricadas y sencillas (negro=chorro; pobre=vago; política=corrupción; etc) que no remitan a reflexionar o a bucear sobre las complejidades de cada uno de los temas que nos preocupan. Simplemente tener un pantallazo de “lo que pasó”, repetir mecánicamente los discursos prefabricados a medida y pasar a otra cosa: sumergirse en el sofá a ver el partido, a tomar Ferné con coca con los amigotes o a revisar el catálogo de Avon para encargar las últimas cremas para las manos.

Pero habrá que desencantarse porque esto apesta a ideología, lo siento. Así como no existe objetividad, detrás de todo relato sí hay un soporte ideológico que lo genera, y en este caso es claramente el de una derecha más filofascista que liberal, que se arroga la razón de la objetividad desideologizada.

Para dar un contraste brutal, en el mismo momento compré el último “Revista Barcelona” y todavía lo estoy leyendo, ninguna nota tiene desperdicio y en cierto sentido informa mejor que el Río Negro, aunque advierta que su información no haya sido debidamente chequeada. Otro contraste brutal me genera la circunstancia de remitirme a un número de mayo de Le Monde Diplomatique que tenía pendiente (que la ausencia de diarios de Buenos Aires y lo rápido que pude despachar al pobre Río Negro me permitió recuperar). Salvando las distancias, porque es otro tipo de medio (mensual solo por mencionar una diferencia), me encuentro con artículos de honda profundidad sobre: situación de los movimientos y conflictos sociales, inversiones mineras, los TLC y la propiedad intelectual de los medicamentos, el conflicto paramilitar en Colombia, solo por mencionar la mitad de la publicación (ya me dan ganas de difundir varias notas sobre esto que leí). Claro que lleva tiempo y dedicación sentarse a leer y a interpretar estos artículos, pero no es fácil procurarse información relevante y de un mínimo de profundidad que nos permita interpretarla.