Regreso del país de Little Turtles
El sábado volví de mi curiosa e intensa aventura laboral de cinco semanas en Buenos Aires y Little Turtles. Tan intensa que aproveché el fin de semana largo para dormir como pocas veces. Sentí hasta una gran felicidad solo por la sencilla razón de no tener que levantarme a las 6 AM. La repetición del reencuentro con Cecilia yéndome a buscar (una vez más de las infinitas veces que van) al aeropuerto, el folklore del turismo, la ciudad teñida de blanco por las últimas nevadas, todo fue rosa esa mañana de sábado. Una vez (más) desarmados los bolsos, paso a repartir los regalos. Creo que cada vez menos vienen a buscarlos así que dedicaré algunos y el resto los dejo para quien pase y se los lleve, pero que firme.
Para Ana (o la turra Annette) traje la tripulación masculina completa del vuelo Austral 2670, que hizo el deleite de las pasajeras. Por mi parte me resultó menos recreo para la vista pero mucho mejor servicio. Más rápidos y más atentos que las chicas del viaje de ida, que me sirvieron Sprite por agua y que me lanzaron la bandejita con el “snack” (ahora le dicen así) ante mi torpe movimiento de brazos, desesperado porque me iban a dejar sin nada. Puede sonar machista, pero mejor pruébenme el día que tenga que evaluar a una buena piloto femenina.
A Gastón le dejo el placer que me causó haber despertado (juro que por error) al Gerente de Ingeniería (uno de mis jefes) en sus vacaciones. Resulta que me había enviado un correo por la tarde pidiéndome que lo llame al celular para actualizarlo de los avances de los ensayos con el cliente, pero ese correo lo levanté recién a primera hora del día siguiente, así que con celeridad (a las 8:16 AM) levanté el tubo y disqué el número para encontrarme con una voz algo extraña de alguien que decía ser quien se suponía que debía ser pero que me explicaba que estaba de vacaciones (en mi propia Bariloche, ¡traición!) pero que igual agradecía mi llamado, jua!
Para mi amiga euphoria (que pronto migrará a Buenos Aires) dejo la satisfacción que resulta cuando alguien que apenas conocés te despide con “fue un gusto trabajar con vos”, que el viernes se repitió, en un tierno desfile, con cada uno de los muchachos que hicieron el trabajo duro de meter todos esos cables donde tenían que ir para que estos artefactos funcionen.
A mi amigo Ariel (que me mira desde Canadá) le traigo esta respuesta vía Chat de otro amigo barilochense (Nico) ante mis tribulaciones entre mi natalicio porteño y mi residencia patagónica durante un triste mediodía encerrado en el taller de Little Turtles:
A Juan Pablo le regalo el Corsa FZG 788, que, según afirma la renombrada agencia de alquiler, es el auto fantástico. Aunque yo lo dejé el sábado en aeroparque y me tomé el vuelo de las 6AM, ellos aseguran que el auto fue devuelto el domingo. La respuesta a esta intriga es que el auto llegó solo a aeroparque el domingo porque, según me perjuraron, el sistema es infalible.
Al cuñado Cattel y Sra. les dejé una sanguchera que ya han disfrutado (me consta). Espero me dediquen muchos más sánguches calientes ahora que finalmente los dejé solos y tranquilos. Ellos me aguantaron todas estas cinco semanas con un excelente servicio de alojamiento con media pensión (he cocinado, posta) en la que sigue siendo mi casa, pero que ahora es su hogar (cada vez mejor acondicionado y cuidado, está en buenas manos). Gracias totales, pero probablemente regrese, como Soda Stereo, a molestarlos en un par de meses.
Si pasa por acá, a Laura le dedico el lime que me provocó el último jueves de quilombo laboral: al llegar a casa y querer bañarme entré en desesperación convencido de que alguien había cambiado las canillas de todas las griferías que ahora abrían para el otro lado. Juro que me pasó esto, en un primer momento revisé las llaves de paso pensando que estaba cortado el paso y que todas las canillas estaban abiertas, luego se me ocurrió girarlas para el otro lado y descubrir que ahí sí salía agua y que la experiencia se repetía en las otras. A continuación pasé a reirme de mí mismo.
A quien quiera le regalo el gusto a jugo de paraguas que tenían los dos cafés de máquina que me tomé con orgullo estoico para no pagar el afano de $9,40 cada capuchino que figuraba en cada uno de los cinco locales del Aeroparque que vendía cafetería, en una demostración de manual del libre mercado, que me hizo recordar cuando me sentía orgulloso de la Aerolíneas estatal.
Dejo otras postales textuales de oligarcas porteños recolectadas en los aeropuertos para otros transeúntes que quieran llevarse recuerdos:
Para Ana (o la turra Annette) traje la tripulación masculina completa del vuelo Austral 2670, que hizo el deleite de las pasajeras. Por mi parte me resultó menos recreo para la vista pero mucho mejor servicio. Más rápidos y más atentos que las chicas del viaje de ida, que me sirvieron Sprite por agua y que me lanzaron la bandejita con el “snack” (ahora le dicen así) ante mi torpe movimiento de brazos, desesperado porque me iban a dejar sin nada. Puede sonar machista, pero mejor pruébenme el día que tenga que evaluar a una buena piloto femenina.
A Gastón le dejo el placer que me causó haber despertado (juro que por error) al Gerente de Ingeniería (uno de mis jefes) en sus vacaciones. Resulta que me había enviado un correo por la tarde pidiéndome que lo llame al celular para actualizarlo de los avances de los ensayos con el cliente, pero ese correo lo levanté recién a primera hora del día siguiente, así que con celeridad (a las 8:16 AM) levanté el tubo y disqué el número para encontrarme con una voz algo extraña de alguien que decía ser quien se suponía que debía ser pero que me explicaba que estaba de vacaciones (en mi propia Bariloche, ¡traición!) pero que igual agradecía mi llamado, jua!
Para mi amiga euphoria (que pronto migrará a Buenos Aires) dejo la satisfacción que resulta cuando alguien que apenas conocés te despide con “fue un gusto trabajar con vos”, que el viernes se repitió, en un tierno desfile, con cada uno de los muchachos que hicieron el trabajo duro de meter todos esos cables donde tenían que ir para que estos artefactos funcionen.
A mi amigo Ariel (que me mira desde Canadá) le traigo esta respuesta vía Chat de otro amigo barilochense (Nico) ante mis tribulaciones entre mi natalicio porteño y mi residencia patagónica durante un triste mediodía encerrado en el taller de Little Turtles:
no loco, vos sos de acá ... fuiste adoptado
A Juan Pablo le regalo el Corsa FZG 788, que, según afirma la renombrada agencia de alquiler, es el auto fantástico. Aunque yo lo dejé el sábado en aeroparque y me tomé el vuelo de las 6AM, ellos aseguran que el auto fue devuelto el domingo. La respuesta a esta intriga es que el auto llegó solo a aeroparque el domingo porque, según me perjuraron, el sistema es infalible.
Al cuñado Cattel y Sra. les dejé una sanguchera que ya han disfrutado (me consta). Espero me dediquen muchos más sánguches calientes ahora que finalmente los dejé solos y tranquilos. Ellos me aguantaron todas estas cinco semanas con un excelente servicio de alojamiento con media pensión (he cocinado, posta) en la que sigue siendo mi casa, pero que ahora es su hogar (cada vez mejor acondicionado y cuidado, está en buenas manos). Gracias totales, pero probablemente regrese, como Soda Stereo, a molestarlos en un par de meses.
Si pasa por acá, a Laura le dedico el lime que me provocó el último jueves de quilombo laboral: al llegar a casa y querer bañarme entré en desesperación convencido de que alguien había cambiado las canillas de todas las griferías que ahora abrían para el otro lado. Juro que me pasó esto, en un primer momento revisé las llaves de paso pensando que estaba cortado el paso y que todas las canillas estaban abiertas, luego se me ocurrió girarlas para el otro lado y descubrir que ahí sí salía agua y que la experiencia se repetía en las otras. A continuación pasé a reirme de mí mismo.
A quien quiera le regalo el gusto a jugo de paraguas que tenían los dos cafés de máquina que me tomé con orgullo estoico para no pagar el afano de $9,40 cada capuchino que figuraba en cada uno de los cinco locales del Aeroparque que vendía cafetería, en una demostración de manual del libre mercado, que me hizo recordar cuando me sentía orgulloso de la Aerolíneas estatal.
Dejo otras postales textuales de oligarcas porteños recolectadas en los aeropuertos para otros transeúntes que quieran llevarse recuerdos:
No, Kiefer no sale con Araceli, aparecieron juntos solo para el comercial (charla entre dos pequeñas oligarcas recolectada por Cecilia)
Te digo que Pichot armó el equipo (un joven llamado Joaco)
Vos no tenés que avisarle, es su trabajo, te tiene que esperar (un joven llamado Ignacio reprochando a otra chica oligarca más educada que avisaba por teléfono a la persona que debía ir a buscarlos al aeropuerto de Bariloche sobre la demora en el vuelo)
¡Están jorobando! (de la misma joven oligarca educada al desesperado empleado que buscaba a algún pasajero que parecía haberse colado y que recibió un “acá” de entre el grupete de niños oligarcas cuando mencionó el nombre en voz alta)
Están haciendo pelota la ecología (de una señora oligarca muy atenta y amable que me dio charla, ante el horror que le causaba que el avión sobrevolara el lago)
4 Comentarios:
UH, gracias por el presente!
Me mataron las postales del final.....
Querido!!! Gracias por el regalo que, como siempre, tiene tu toque distintivo. Igualmente el cartel del baño de la otra vez es insuperable.
Seguí bastante tu vorágine laboral, pero ya pasó, ya estás en las tuyas y donde querés estar otra vez. Eso es bueno.
Me voy al post que sigue...
De nadas, al menos uds sí pasaron a buscarlos. Ven que los tengo presentes, eh?
Las postales del final denotan claramente mi resentimiento social, que se exacerba con el roce lógico de compartir ambientes con esta gentuza. Es curioso lo distintos que son, es como estar en la tele, igualito.
gracias che!! :)
estoy chocho. a mi chochez tambien contribuyo un coffeeshop nuevo de aca que vende capuchinos *reales* con alfajores de maizena (álfajors) y medialunas de manteca (les dicen croissants pero son medialunas camufladas)
un abrazo
ar
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