martes, enero 15, 2008

Simone de Beauvoir

El 8 de enero pasado se cumplieron 100 años del nacimiento de Simone de Beauvoir. Gran inspiradora de movimientos feministas, de una gran lucidez y admirable convicción. Su pensamiento va más allá de las cuestiones de desigualdad entre sexos sino que desnuda todo tipo de opresiones en el seno de la sociedad occidental. También se destacó como novelista. Leí con mucho agrado "Todos los hombres son mortales" (1946). El ensayo "El segundo sexo" (1949) fue el que la consagró en la escena del pensamiento. A continuación, así nomás, comparto un textito que había preparado para un trabajo para la facultad. Que valga como humilde homenaje.

Sobre la pregunta que Simone de Beauvoir se hace acerca de ¿Qué es una mujer?, se responde “ella es el Otro”. Es decir que el hombre (varón) se coloca en el centro de la escena y desde allí, desde ese punto de vista define al Otro (en este caso “la Otra”). No hay aquí dos términos complementarios que se relacionan de igual a igual sino que dentro de una misma totalidad hay un Uno que define la situación y un Otro, la alteridad que lo “completa”. Es que “la división de sexos, en efecto, es un hecho biológico, no un momento en la historia humana” y en esa división el varón se ha apoderado de la definición de sí mismo como lo neutro, la referencia y del Otro como la alteridad.

Esta suerte de tiranía del macho por sobre la hembra, a quien no deja lugar en esta totalidad, es más compleja de lo que en principio parece, ya que hay un ida y vuelta en esta relación entre desiguales. Simone de Beauvoir realiza una analogía con la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo donde uno y otro (al igual que el macho y la hembra) “se hallan unidos por una necesidad (…) recíproca (…) el amo no plantea su necesidad del otro; él tiene el poder de satisfacer una necesidad y no lo mediatiza; el esclavo (…) interioriza su necesidad del amo”. Más adelante dice “Negarse a ser el Otro, negar la complicidad con el hombre sería, para ellas, renunciar a todas las ventajas que les puede conferir la alianza con la casta superior (…) junto con el riesgo económico, la mujer esquiva el riesgo metafísico de una libertad que debe inventar sus propios fines sin ayuda” . Se genera así un círculo vicioso del que es muy difícil escapar y en donde ambas partes están cómodas pero una sigue perdiendo. Aunque la mujer tiene la libertad, al menos formal, de definirse elige la imposición de los hombres de que se asuma como el Otro. Prefiere complacer las expectativas que tienen los varones sobre ella. “El drama de la mujer es ese conflicto entre la reivindicación fundamental de todo sujeto, que se plantea siempre como lo esencial, y las exigencias de una situación que la constituye como inesencial” . El círculo vicioso se alimenta de la reafirmación de una suerte de configuración derivada de un estado de naturaleza (sobre todo la capacidad de la mujer de procrear) sobre el cual se apoya este ejercicio de poder por parte del hombre varón. Por su parte, las mujeres se repliegan en este mundo de la naturaleza en el cual se sienten cómodas porque es lo que han internalizado y es en el lugar en el que se sienten protegidas. Al igual que el esclavo en la dialéctica de Hegel, la mujer debe arriesgar la vida para conseguir la plena autorrealización.

Entiendo que Simone de Beauvoir propone a la mujer la liberación del matrimonio a través del trabajo, empresa difícil frente a las tentaciones de la ociosidad y de la comodidad de la dependencia para pasar a formar parte del conjunto de trabajadores (sin distinción de sexo) y luego participar activamente (arriesgando la vida) de la Revolución que les brindará la emancipación definitiva (del hombre y del capital).

(Las citas corresponden a El segundo sexo; Siglo XXI, 1962, pp. 17-19 y 25)

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo espetó...

Muy claras las palabras y más claras aun las ideas. ¡y qué actuales son todavía!

17/1/08 13:59  
Anonymous Anónimo espetó...

De pronto uno comete la infeliz costumbre de hacer záping contemplando los canales de televisión abierta porteña, y encuentra mujeres cuyos cuerpos no son más que un animal decorado que acompaña escenarios protagonizados por hombres que parecen cafiolos.

Uno ve mujeres, algunas nomás y por suerte, que se aferran a un minuto de aparente fama porque se autoproclaman la elegida por determinado mancebo que les propinó, al menos en su imaginación, flor de cepillada.

Uno ve cómo algunas mujeres, cuales vulgares ángeles de Charly, o de Sofovich, o de Artaza, o de Rial, no hacen más que ubicarse en la grotesca retaguardia de los derechos de la mujer.

Uno ve, y si encima disfruta, es cómplice por masturbación.

21/1/08 18:38  
Anonymous Anónimo espetó...

Gracias por ayudarme a entender a Beauvoir y salvar mi ensayo!

26/2/08 20:58  

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