lunes, enero 10, 2011

Mi palabra sospechosa: corrupción y propaganda

Utilizadas en sus acepciones en sentido estricto aplican al ámbito público (los estados y sus funcionarios). Hay quienes aún hoy día se aferran a ésta faceta en estado puro (como cuando te hablan de objetividad e independencia) soslayando que las corporaciones privadas (tal vez un término posmo para no hablar del imperialismo como etapa avanzada del capitalismo, pero así nos entendemos) también echan mano a estos recursos y me aventuraría a decir sin temor a equivocarme que sus consecuencias son bastante más cuantiosas, más aún si sumamos las perturbaciones que estas mismas corporaciones introducen en los estados (como territorio de disputa de poder) y sus funcionarios. Baste mencionar el reciente ejemplo de la monumental estafa del mercado inmobiliario que se extendió por varios de los países del primer mundo (por supuesto no catalogados como nosotros como país con corrupción generalizada y desenfrenada, como me desasnaron ayer) y afectó globalmente del modo que ya sabemos y cuyos costos fueron, son y serán abonados por ya sabemos quienes. ¿No es este un escándalo de corrupción de proporciones un poquito mayores que un vuelto por una obra pública? ¿No requirió de un nivel monumental de difusión, de penetración cultural, de lobby, etc para lograr que los incautos caigan?

Parece ser este solo un capítulo más de la guerra de significados que enfrenta al ultraliberalismo (como forma de vida y como estructura de valores) contra todo tipo de control e intervención estatal... solo que ahora más o menos se nota. Es decir, como se sugirió arriba, cuando el estado ya no está en disputa (ya lo tenemos totalmente al servicio del capital concentrado), la corrupción la administramos desde adentro y la propaganda la distribuimos desde ahí (o la sintonizamos con la de afuera de tal modo que ni se nota). Cuando el estado presenta ciertas resistencias a ser domesticado, no importa, tenemos otros canales.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo espetó...

Hace poco leí al Indio Solari -al que no suelo entender- diciendo que hemos dejado de vivir la relidad para vivir la narración de la realidad, en alusión al auge del social media (twitter, facebook etc).
En ese sentido, no es loco pensar que exista una disputa por el sentido, los significados o los significantes.
A riesgo de parecer un retrógrado, dejaré nota acerca de violentada etimología de la palabra "matrimonio" a partir de la ley de matrimonio igualitario, sólo a modo de ejemplo.
Igual nada le gana al uso de la palabra "holocausto" que antes designaba a un sacrificio ritual y ahora es sinónimo de genocidio.

10/1/11 16:13  

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