Fin de semana largo
Mientras la gente normal aprovechó para ir al cerro a esquiar o a ver la bajada de antorchas con el vice a la cabeza y los fuegos de artificio (que por cierto se ven muy lindos con la nieve), yo tuve un fin de semana largo un poco raro.
Todo empezó el sábado a la mañana, que nos despertamos temprano para la mudanza de la oficina de Cecilia. Inmediatamente recordé un sueño muy extraño que había tenido esa noche, donde yo era algo así como un hijo no reconocido de Pacho O´Donell, y por más que le explicara que ya tenía padres, él insistía en querer hacerse cargo y me preguntaba si había leído las cartas que me había enviado.
Entre tostada y tostada, me espabilaba del desconcierto y ya me aprontaba al arduo trabajo de la mudanza. Es así que por unas horas me convertí en el loco del taladro, debo haber perforado todas las paredes de la oficina nueva para colgar repisas, bibliotecas, alacenas, percheros, etc. Decenas de agujeros por todos lados, tarugos y tornillos los llenaban luego. El destornillador giraba y me fascinaba. Empecé a darme cuenta que esto podía ser peligroso, que podía convertirme en un perforador serial. Por suerte me detuvieron a tiempo con una porción de pizza napolitana.
El domingo empecé a trabajar un poco, tenía que terminar algo para el martes y no quería tener que correr luego. De todas formas, a la tarde caí redondo y dormimos flor de siesta… de esas que hacen falta cada tanto. Mientras tanto, afuera el sol prometía un día espectacular. No me importó.
El lunes dije… un par de horitas más y lo saco. Pero no, el “laburito” era mucho más complicado que lo que había calculado, así que me clavé todo el feriado frente a la compu, lidiando con inconsistencias idiomáticas y de todo tipo como ser:
Por suerte, la noche remontó al compás de una excelente raclette con charla y amigos. Poco a poco me voy integrando y trato de ir consolidando amistades, dejando de ser solo “el marido de Cecilia que vino de Buenos Aires”, para pasar a ser yo mismo. Tal es así que ayer uno de ellos me arrojó una miguita al ojo, que tomé como un ritual de iniciación típico de la zona. Espero que pronto todos me llenen la cara de pan rayado y así afianzar las relaciones.
Todo empezó el sábado a la mañana, que nos despertamos temprano para la mudanza de la oficina de Cecilia. Inmediatamente recordé un sueño muy extraño que había tenido esa noche, donde yo era algo así como un hijo no reconocido de Pacho O´Donell, y por más que le explicara que ya tenía padres, él insistía en querer hacerse cargo y me preguntaba si había leído las cartas que me había enviado.
Entre tostada y tostada, me espabilaba del desconcierto y ya me aprontaba al arduo trabajo de la mudanza. Es así que por unas horas me convertí en el loco del taladro, debo haber perforado todas las paredes de la oficina nueva para colgar repisas, bibliotecas, alacenas, percheros, etc. Decenas de agujeros por todos lados, tarugos y tornillos los llenaban luego. El destornillador giraba y me fascinaba. Empecé a darme cuenta que esto podía ser peligroso, que podía convertirme en un perforador serial. Por suerte me detuvieron a tiempo con una porción de pizza napolitana.
El domingo empecé a trabajar un poco, tenía que terminar algo para el martes y no quería tener que correr luego. De todas formas, a la tarde caí redondo y dormimos flor de siesta… de esas que hacen falta cada tanto. Mientras tanto, afuera el sol prometía un día espectacular. No me importó.
El lunes dije… un par de horitas más y lo saco. Pero no, el “laburito” era mucho más complicado que lo que había calculado, así que me clavé todo el feriado frente a la compu, lidiando con inconsistencias idiomáticas y de todo tipo como ser:
OUTPUT adapter for PLC-Interfaces to 6,2mm 14 pole flat cable: positive conexión.
Por suerte, la noche remontó al compás de una excelente raclette con charla y amigos. Poco a poco me voy integrando y trato de ir consolidando amistades, dejando de ser solo “el marido de Cecilia que vino de Buenos Aires”, para pasar a ser yo mismo. Tal es así que ayer uno de ellos me arrojó una miguita al ojo, que tomé como un ritual de iniciación típico de la zona. Espero que pronto todos me llenen la cara de pan rayado y así afianzar las relaciones.
3 Comentarios:
Si supieras lo que te falta...
Algunos somos más severos que otros para cobrar el derecho de piso.
Mi fin de semana constó en hachar leña para un amigo accidentado, charlar con las tías paisanas de mi cuñado, y sacar fotos en Ñirihuau Arriba quedándome con las ganas de raquetear un rato porque ya se había ido la mitad de la nieve.
te olvidás de que en tu fin de semana fuiste a ver una obra de teatro, tomaste un café con tus vecinas y fuiste a cenar a lo de otros amigos.... será que estabas tan dormido que no te acordaste de todo esto?
jeje... no me puedo escapar de nadie acá! No me olvidé, solo que esas actividades fueron agradablemente normales.
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