Villanos de la historia argentina: J. A. Roca
Sobre los revisionismos históricos, me interesó el caso de los próceres “villanos”, siendo Julio Argentino Roca su principal exponente, por sus acciones, importancia, exposición pública y las toneladas de bronce que le dedicaron.
El viernes pasado, Arkhos, publicó esta nota en Fabio.com.ar y me metió en un problema, porque yo quería opinar sobre el tema… pero me hubieran matado si publicaba algo tan largo como lo que sigue abajo. Por otra parte, esta cuestión me da vueltas hace tiempo y siempre postergaba el abordaje, así que ahora postergué otras publicaciones (como el reporte semanal de noticias que venía haciendo) y le dediqué un tiempito a esto. A ver si se lo bancan:
La controversia se centra, pero no se agota, en la llamada “Campaña Conquista del Desierto”, que tuvo varios aspectos, entre ellos, marcar y consolidar los límites del incipiente Estado Argentino, aniquilar a las poblaciones indígenas que poblaban la zona y garantizar la disponibilidad de esas tierras para producción agroganadera.
Las ideas y la conducta de Roca, a nuestros ojos resultarán reprobables, pero lo cierto es que pertenecían a un común denominador de una época y una determinada realidad histórico social, así nos encontramos con publicaciones de varios intelectuales de la época justificando la necesidad de tal matanza de indígenas, o al menos, declarando su desprecio.
Este fue un momento crucial en la historia de nuestro país, donde se terminó de forjar la nación, se formó el Estado moderno, se establecieron las bases para el comercio y la economía; también se iba conformando el nuevo ejército, entre muchas otras cosas.
Frente a estos hechos, hay una primera operación histórica que consiste en “premiar” la figura de Roca con un lugar privilegiado en los anales, sellando así una posición ideológica en los libros. Esto conlleva una clara intencionalidad, independientemente de lo que nosotros pensemos hoy sobre ayer. Esto es, una elección, una determinación que lo lleva donde está ahora: en un monumento arriba del caballo en muchísimos lugares de nuestro querido país.
Que Argentina hubiera sido distinta sin Roca, no cabe duda, si mejor o peor, quién sabe… pero nuestro país es así, nuestro país es con Roca, es nuestra historia, nuestros aciertos y nuestras miserias, ahí nos tenemos que hacer cargo. Pero ¿cómo nos hacemos cargo? ¿Podemos permitirnos no opinar hoy sobre lo que hizo Roca ayer? ¿Podemos permitirnos poner en duda lo que dicen (o cómo lo dicen) los libros de historia, si se ganó realmente los monumentos y las calles que llevan su nombre? ¿Ponemos en jaque nuestra identidad nacional si cuestionamos a Roca? Todas estas preguntas rondan mi cabezota desde hace tiempo y honestamente solo tengo algunas respuestas provisionales y más… siempre más, preguntas y cuestionamientos.
Hay un primer movimiento que es desenredar la operación histórica que ensalzó a Roca como prócer. La repartición de títulos de prócer tuvo su cúspide durante los años 30, cuando el gobierno de facto ordenó, propuso e impuso los íconos nacionales como los conocemos hoy: los símbolos patrios, San Martín, Roca, etc, poniendo énfasis en el carácter militar de la construcción de nuestra nación. Por ejemplo, de Belgrano siempre se remarca su valentía e inteligencia al mando de los ejércitos patriotas, pero poco se dice de sus ideas. Roca es contado de determinada manera porque hay una intencionalidad de que así sea conocido, Roca es consolidado como prócer, porque así lo requería el modelo de país que se armaba en aquel momento. ¿No podemos pensar que la resistencia a cambiar este molde sea a partir de reminiscencias de ese poder que todavía lo defiende, que todavía está presente?
Por otra parte, una Historia es una historia, es una determinada forma de contar hechos, de encadenarlos, de relacionarlos, poco hay acá de la aséptica reflexión de una pretendida realidad objetiva. Lo que sí hay, es una Historia/historia armada convincentemente con significados definidos ad-hoc para explicarla. La frase de la famosa canción “si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia” tiene que ver con esto. Esto no significa que las Historias son todas mentiras que no sirven para nada, solo que hay que analizarlas a la luz de estas precauciones, de quién la escribe, cuándo y por qué.
A los bifes…
Durante los últimos años, Osvaldo Bayer ha encabezado las críticas a la figura de Roca. De este gran intelectual (autodeclarado anarquista, por si a alguien le asusta) se puede decir en resumidas cuentas que es historiador, escritor, periodista, guionista cinematográfico y traductor (para más datos, ver el link). No creo que podamos decir que no sabe de qué habla, es más, debe ser uno de los historiadores que más ha estudiado la Patagonia Argentina. Bayer trajo el tema al tapete y lo mantiene en caliente haciendo campaña por todo el país para desplazar los monumentos de Roca, cambiar los nombres de calles de éste y otros personajes de la historia reciente que cometieron crímenes nefastos.
Bayer ha investigado largo y tendido sobre el tema, se nutre de documentos de la época, analiza, cuestiona, denuncia. Podemos ver en sus investigaciones y entrevistas buen material para este debate. Ahí vamos…
El problema con Roca yo lo organizaría en tres dimensiones:
La matanza de indígenas
Ésta es la capa más visible del problema. Nadie niega que Roca fuera enviado al sur a limpiar las Pampas y la Patagonia de la gente que vivía allí. Que fue cruel y despiadado con ellos, con sus mujeres, niños y ancianos.
La situación en el sur era complicada para los estancieros. Soportaban ataques y saqueos (malones) de los indígenas, con lo cual la Campaña ganó rápido consenso y apoyo. Se pasó de una estrategia defensiva a una sumamente ofensiva. Con la ayuda de nuevas tecnologías, las fuerzas se desnivelaron marcadamente: el telégrafo permitía rápidos movimientos de tropas gracias a las comunicaciones entre los distintos fortines que indicaban la presencia del enemigo; el fusil rémington hizo el resto, contra eso no había ni lanzas ni boleadoras que valgan. Por otra parte, las condiciones sanitarias de los indígenas se deterioraban cada vez más (la viruela hacía estragos). En ese cuadro vale preguntarse si hacía falta tal trato, dado que los indígenas podían ser fácilmente doblegados.
El “atenuante” sería que en aquella época los indígenas eran considerados cuasi animales, arrogándose el blanco el derecho sobre sus vidas, como si fueran vacas o caballos (que de estos llenaron las pampas luego). Esto es cierto y, como se dice más arriba, sostenido por intelectuales y aristócratas. Por ejemplo, Juan Bautista Alberdi, uno de los padres de la Constitución Nacional, escribió:
Así se pensaba en aquella época. Había un odio profundo contra el indígena, era el portador de nuestros males y la causa de nuestro atraso, era nuestra pesada mochila de la cual nos teníamos que desembarazar para saltar al mundo desarrollado. Roca no estaba exento de este pensamiento, ni siquiera podría decirse que fuera él quien tenía que producirlo o cuestionarlo.
Pero nosotros no podemos quedar presos de una suerte de relativismo histórico, tenemos nuestros valores, ese es nuestro anclaje y nuestra forma de comprender el mundo, y no está mal que hagamos una lectura con esos lentes. No podemos quedarnos callados ante la evidencia de la crueldad y los crímenes. Más aún, la Campaña es presentada como un acto de defensa ante la agresión del indígena, como que la única manera de solucionar el problema era con el fuego de las armas. El problema es, claro, no haberles cedido las tierras a los blancos para la explotación agro ganadera de la Nueva Argentina. Que los mapuches/araucanos hayan migrado desde el otro lado de los Andes no justifica que se los acuse de transgredir unos límites imaginarios, que hayan combatido y diezmado a los tehuelches (quienes también recibieron las balas del ejército de Roca) no justifica que los exterminen a su vez (en un pretendido acto de justicia), en todo caso deberá someterse a análisis histórico lo que hayan hecho ellos por su lado… pero no por eso portan una estatua en el centro de la ciudad. Roca hizo el trabajo sucio que los positivistas de la época anhelaban, por ello se ganó el título de organizador de la Argentina liberal, de su ingreso al mundo moderno, un país de blancos europeos con una economía de exportación.
El reparto de tierras
Una vez realizada la limpieza, la tarea consistió en concretar la repartija de las tierras (acordada previamente) más productivas entre las pocas familias ilustres que luego se convertirían en la oligarquía terrateniente, quienes patrocinaron la Campaña. Roca se llevó su tajada, como otros generales y oficiales. El objetivo económico era llenar las pampas de ganado vacuno para alimentar las carnicerías de Londres. Durante los años sesenta, hubo una depresión económica mundial importante, la forma de acelerar la salida de esa crisis fue simplemente aumentando el volumen de artículos exportables. Argentina reducía su economía a un puñado de familias patricias con millones de hectáreas que lucraban con la tierra arrebatada al indígena para comprarse los artículos de lujo que venían de Europa.
Roca informaba así al Congreso de la Nación (citado por Bayer):
De esta manera 8,5 millones de hectáreas pasaron a manos de 381 personas (Rock, David; Argentina 1516-1987; Buenos Aires, Alianza, 1999, p. 208)
El Ejército Argentino
Roca y su campaña del desierto también fueron el primer molde del ejército moderno. Un ejército que tortura y mata sin piedad a seres indefensos. Bayer cuenta que el comandante Prado, uno de los integrantes de la expedición, informó que a los indios que se tomaban prisioneros se los estaqueaba y se los torturaba atrozmente, mutilándolos o desconyuntándolos para que diera datos.
Un ejército instrumento de la oligarquía, que amenazaba a opositores y poco más tarde también disparará contra sus compatriotas en las huelgas obreras.
(Rouquié, Alain; Poder militar y sociedad política en la Argentina; Hyspamérica, Buenos Aires, 1986, p. 79)
Un ejército que funciona bien para destrozar cuerpos desarmados, pero que es caro e ineficiente, y tiene sus corruptelas y negociados. El comandante Alvaro Barros denunció ante el Parlamento nacional:
(Citado por Osvaldo Bayer)
Rouquié (Op. Cit., p. 80) cita a Augusto Belín Sarmiento (Una república muerta, 1892):
Como cereza del postre, Bayer otorga un dato que une sólidamente desde el pasado hasta el presente una línea que evidencia la relación entre dos de estas dimensiones de manera patente: Es el hecho que luego de la Campaña, dos millones y medio de hectáreas fueron otorgadas a la familia Martínez de Hoz. Qué mejor resumen de esta combinación trágica: ejército asesino, oligarquía gobernante, dueños de un país; para luego repetir y reafirmar, casi cien años después, estos mismos calificativos.
Civilización o barbarie
Estas dimensiones y toda nuestra historia están atravesadas por la dicotomía de civilización o barbarie, que justificó matanzas, desplazamientos, humillaciones y discriminaciones de todo tipo. De similar tenor al que justifica hoy día la guerra en Medio Oriente, con términos suavizados como choque de civilizaciones, una suerte de eufemismo de la misma dicotomía. El civilizado es el blanco europeo que puja por la elevación de la Humanidad, que trae la vida moderna, la ciencia, el racionalismo, la educación, construye ciudades, tiene industrias, hace máquinas. Confronta con el bárbaro negro, feo, inmoral, atrasado, que vive como animal en el campo, es agresivo, impredecible, traicionero, no se establece en ningún lado sino que vaga por ahí, es un perfecto otro. Tal ser merece la eliminación.
Así llegamos
Estas dimensiones pintan resumidamente a qué calor se forjó el moderno Estado Argentino, con sangre de bárbaros, concentración de tierras y ejército al servicio de la oligarquía. Podemos llegar con estos tres trazos hasta nuestros días, y en cierto sentido, así estamos. Entonces, ¿Cómo no cuestionarse las acciones de “próceres” como Roca? ¿Acaso no sería un acto de justicia para con nuestra historia poner al descubierto, discutir estas cuestiones, analizar qué se contó, por qué se contó y qué consecuencias tuvo eso sobre el proseguir de los años hasta nuestros días? Una vez que nos enteramos ¿Podemos no decir nada? ¿Conviene dejar las cosas cómo están? ¿No es cínico decir “tenemos todo lo que tenemos gracias a que Roca hizo lo necesario”? ¿El fin justifica los medios?
Contrariamente a lo que dispusieron Roca, Sarmiento, Alberdi, José Ingenieros y otros, Argentina se mixturó, casi nadie es pura sangre europeo, casi todos tenemos sangre aborigen y muchísimos hay con sangre mapuche, ranquel, tehuelche, pehuelche, etc.¿No merecen una revisión del pasado?
Operación Bayer
Osvaldo Bayer hizo su juego, investigó, reveló datos que no se publican habitualmente, agitó el avispero, ahora no podemos decir que no estamos enterados… nos puso en un problema. Así las cosas, cuestionar el pasado es, indudablemente, una determinada actitud política, pero no cuestionárselo, definitivamente, también lo es. Y no se trata de dinamitar los monumentos de Roca, sino tal vez de ponerlos en otro lugar, no en el centro de nuestra historia, tal vez decidamos que no lo queremos allí. Tal vez queramos dar un gesto simbólico a la posteridad (como lo hizo la generación de la década del ‘30) y dejar nuestra marca en la interpretación de la Historia.
Volviendo sobre el principio, no me interesa nombrar a Roca como el culpable de todo y convertirlo en el villano mayor de la Historia Argentina, pero que seguramente esté ahí arriba por motivos mucho más oscuros que por patriota, lo afirmaría. ¿Podemos o debemos cuestionarlo? Yo entiendo que debemos hacerlo… y este es solo un punto de partida
El viernes pasado, Arkhos, publicó esta nota en Fabio.com.ar y me metió en un problema, porque yo quería opinar sobre el tema… pero me hubieran matado si publicaba algo tan largo como lo que sigue abajo. Por otra parte, esta cuestión me da vueltas hace tiempo y siempre postergaba el abordaje, así que ahora postergué otras publicaciones (como el reporte semanal de noticias que venía haciendo) y le dediqué un tiempito a esto. A ver si se lo bancan:
La controversia se centra, pero no se agota, en la llamada “Campaña Conquista del Desierto”, que tuvo varios aspectos, entre ellos, marcar y consolidar los límites del incipiente Estado Argentino, aniquilar a las poblaciones indígenas que poblaban la zona y garantizar la disponibilidad de esas tierras para producción agroganadera.
Las ideas y la conducta de Roca, a nuestros ojos resultarán reprobables, pero lo cierto es que pertenecían a un común denominador de una época y una determinada realidad histórico social, así nos encontramos con publicaciones de varios intelectuales de la época justificando la necesidad de tal matanza de indígenas, o al menos, declarando su desprecio.
Este fue un momento crucial en la historia de nuestro país, donde se terminó de forjar la nación, se formó el Estado moderno, se establecieron las bases para el comercio y la economía; también se iba conformando el nuevo ejército, entre muchas otras cosas.
Frente a estos hechos, hay una primera operación histórica que consiste en “premiar” la figura de Roca con un lugar privilegiado en los anales, sellando así una posición ideológica en los libros. Esto conlleva una clara intencionalidad, independientemente de lo que nosotros pensemos hoy sobre ayer. Esto es, una elección, una determinación que lo lleva donde está ahora: en un monumento arriba del caballo en muchísimos lugares de nuestro querido país.
Que Argentina hubiera sido distinta sin Roca, no cabe duda, si mejor o peor, quién sabe… pero nuestro país es así, nuestro país es con Roca, es nuestra historia, nuestros aciertos y nuestras miserias, ahí nos tenemos que hacer cargo. Pero ¿cómo nos hacemos cargo? ¿Podemos permitirnos no opinar hoy sobre lo que hizo Roca ayer? ¿Podemos permitirnos poner en duda lo que dicen (o cómo lo dicen) los libros de historia, si se ganó realmente los monumentos y las calles que llevan su nombre? ¿Ponemos en jaque nuestra identidad nacional si cuestionamos a Roca? Todas estas preguntas rondan mi cabezota desde hace tiempo y honestamente solo tengo algunas respuestas provisionales y más… siempre más, preguntas y cuestionamientos.
Hay un primer movimiento que es desenredar la operación histórica que ensalzó a Roca como prócer. La repartición de títulos de prócer tuvo su cúspide durante los años 30, cuando el gobierno de facto ordenó, propuso e impuso los íconos nacionales como los conocemos hoy: los símbolos patrios, San Martín, Roca, etc, poniendo énfasis en el carácter militar de la construcción de nuestra nación. Por ejemplo, de Belgrano siempre se remarca su valentía e inteligencia al mando de los ejércitos patriotas, pero poco se dice de sus ideas. Roca es contado de determinada manera porque hay una intencionalidad de que así sea conocido, Roca es consolidado como prócer, porque así lo requería el modelo de país que se armaba en aquel momento. ¿No podemos pensar que la resistencia a cambiar este molde sea a partir de reminiscencias de ese poder que todavía lo defiende, que todavía está presente?
Por otra parte, una Historia es una historia, es una determinada forma de contar hechos, de encadenarlos, de relacionarlos, poco hay acá de la aséptica reflexión de una pretendida realidad objetiva. Lo que sí hay, es una Historia/historia armada convincentemente con significados definidos ad-hoc para explicarla. La frase de la famosa canción “si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia” tiene que ver con esto. Esto no significa que las Historias son todas mentiras que no sirven para nada, solo que hay que analizarlas a la luz de estas precauciones, de quién la escribe, cuándo y por qué.
A los bifes…
Durante los últimos años, Osvaldo Bayer ha encabezado las críticas a la figura de Roca. De este gran intelectual (autodeclarado anarquista, por si a alguien le asusta) se puede decir en resumidas cuentas que es historiador, escritor, periodista, guionista cinematográfico y traductor (para más datos, ver el link). No creo que podamos decir que no sabe de qué habla, es más, debe ser uno de los historiadores que más ha estudiado la Patagonia Argentina. Bayer trajo el tema al tapete y lo mantiene en caliente haciendo campaña por todo el país para desplazar los monumentos de Roca, cambiar los nombres de calles de éste y otros personajes de la historia reciente que cometieron crímenes nefastos.
Bayer ha investigado largo y tendido sobre el tema, se nutre de documentos de la época, analiza, cuestiona, denuncia. Podemos ver en sus investigaciones y entrevistas buen material para este debate. Ahí vamos…
El problema con Roca yo lo organizaría en tres dimensiones:
La matanza de indígenas
Ésta es la capa más visible del problema. Nadie niega que Roca fuera enviado al sur a limpiar las Pampas y la Patagonia de la gente que vivía allí. Que fue cruel y despiadado con ellos, con sus mujeres, niños y ancianos.
La situación en el sur era complicada para los estancieros. Soportaban ataques y saqueos (malones) de los indígenas, con lo cual la Campaña ganó rápido consenso y apoyo. Se pasó de una estrategia defensiva a una sumamente ofensiva. Con la ayuda de nuevas tecnologías, las fuerzas se desnivelaron marcadamente: el telégrafo permitía rápidos movimientos de tropas gracias a las comunicaciones entre los distintos fortines que indicaban la presencia del enemigo; el fusil rémington hizo el resto, contra eso no había ni lanzas ni boleadoras que valgan. Por otra parte, las condiciones sanitarias de los indígenas se deterioraban cada vez más (la viruela hacía estragos). En ese cuadro vale preguntarse si hacía falta tal trato, dado que los indígenas podían ser fácilmente doblegados.
El “atenuante” sería que en aquella época los indígenas eran considerados cuasi animales, arrogándose el blanco el derecho sobre sus vidas, como si fueran vacas o caballos (que de estos llenaron las pampas luego). Esto es cierto y, como se dice más arriba, sostenido por intelectuales y aristócratas. Por ejemplo, Juan Bautista Alberdi, uno de los padres de la Constitución Nacional, escribió:
No conozco persona distinguida de nuestras sociedades que lleve apellido pehuenche o araucano. ¿Acaso alguien conoce a algún caballero que se enorgullezca de ser indio? ¿Quién de nosotros acaso casaría a su hermana o a su hija con un indio de la Araucanía? Preferiría mil veces a un zapatero inglés.
Así se pensaba en aquella época. Había un odio profundo contra el indígena, era el portador de nuestros males y la causa de nuestro atraso, era nuestra pesada mochila de la cual nos teníamos que desembarazar para saltar al mundo desarrollado. Roca no estaba exento de este pensamiento, ni siquiera podría decirse que fuera él quien tenía que producirlo o cuestionarlo.
Pero nosotros no podemos quedar presos de una suerte de relativismo histórico, tenemos nuestros valores, ese es nuestro anclaje y nuestra forma de comprender el mundo, y no está mal que hagamos una lectura con esos lentes. No podemos quedarnos callados ante la evidencia de la crueldad y los crímenes. Más aún, la Campaña es presentada como un acto de defensa ante la agresión del indígena, como que la única manera de solucionar el problema era con el fuego de las armas. El problema es, claro, no haberles cedido las tierras a los blancos para la explotación agro ganadera de la Nueva Argentina. Que los mapuches/araucanos hayan migrado desde el otro lado de los Andes no justifica que se los acuse de transgredir unos límites imaginarios, que hayan combatido y diezmado a los tehuelches (quienes también recibieron las balas del ejército de Roca) no justifica que los exterminen a su vez (en un pretendido acto de justicia), en todo caso deberá someterse a análisis histórico lo que hayan hecho ellos por su lado… pero no por eso portan una estatua en el centro de la ciudad. Roca hizo el trabajo sucio que los positivistas de la época anhelaban, por ello se ganó el título de organizador de la Argentina liberal, de su ingreso al mundo moderno, un país de blancos europeos con una economía de exportación.
El reparto de tierras
Una vez realizada la limpieza, la tarea consistió en concretar la repartija de las tierras (acordada previamente) más productivas entre las pocas familias ilustres que luego se convertirían en la oligarquía terrateniente, quienes patrocinaron la Campaña. Roca se llevó su tajada, como otros generales y oficiales. El objetivo económico era llenar las pampas de ganado vacuno para alimentar las carnicerías de Londres. Durante los años sesenta, hubo una depresión económica mundial importante, la forma de acelerar la salida de esa crisis fue simplemente aumentando el volumen de artículos exportables. Argentina reducía su economía a un puñado de familias patricias con millones de hectáreas que lucraban con la tierra arrebatada al indígena para comprarse los artículos de lujo que venían de Europa.
Roca informaba así al Congreso de la Nación (citado por Bayer):
El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición dejando así libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero.
De esta manera 8,5 millones de hectáreas pasaron a manos de 381 personas (Rock, David; Argentina 1516-1987; Buenos Aires, Alianza, 1999, p. 208)
El Ejército Argentino
Roca y su campaña del desierto también fueron el primer molde del ejército moderno. Un ejército que tortura y mata sin piedad a seres indefensos. Bayer cuenta que el comandante Prado, uno de los integrantes de la expedición, informó que a los indios que se tomaban prisioneros se los estaqueaba y se los torturaba atrozmente, mutilándolos o desconyuntándolos para que diera datos.
Un ejército instrumento de la oligarquía, que amenazaba a opositores y poco más tarde también disparará contra sus compatriotas en las huelgas obreras.
En 1880, el general Roca, al mando de las tropas federales, derrotó al gobernador de Buenos Aires, Tejedor, que se oponía a su candidatura (…) Afirmó así la supremación del Estado nacional y sobre todo el monopolio federal de las Fuerzas Armadas (…)
Institución unificadora al servicio del Estado federal, llave maestra de la organización nacional, el ejército de línea era también el brazo secular de la oligarquía en el poder, el instrumento político del grupo dirigente. (…) Votar contra el gobierno equivalía entonces a exponerse a las represalias del jefe militar.
(Rouquié, Alain; Poder militar y sociedad política en la Argentina; Hyspamérica, Buenos Aires, 1986, p. 79)
Un ejército que funciona bien para destrozar cuerpos desarmados, pero que es caro e ineficiente, y tiene sus corruptelas y negociados. El comandante Alvaro Barros denunció ante el Parlamento nacional:
El Ejército Argentino, siendo uno de los más deficientes y atrasados, es el más caro del mundo. El resultado económico de este desorden es notable. Mientras que el soldado alemán cuesta 199 pesos fuertes por año y el francés 189, el argentino cuesta 521 y mucho más en tiempo de guerra, y sufre como ninguno y en todo tiempo, todo género de necesidades y miserias.
(Citado por Osvaldo Bayer)
Rouquié (Op. Cit., p. 80) cita a Augusto Belín Sarmiento (Una república muerta, 1892):
El ejército argentino es un ejército pretoriano. No está organizado actualmente en la vista de la defensa nacional, sino para sostener situaciones que el país repudia (…) formado por soldados reclutados en la hez de la sociedad y sin nada que perder, encuadrado por oficiales que debían sus promociones a su fidelidad al gobierno y no a sus méritos profesionales, no era el ejército de la nación sino un instrumento de opresión propicio a todas las aventuras políticas.
Como cereza del postre, Bayer otorga un dato que une sólidamente desde el pasado hasta el presente una línea que evidencia la relación entre dos de estas dimensiones de manera patente: Es el hecho que luego de la Campaña, dos millones y medio de hectáreas fueron otorgadas a la familia Martínez de Hoz. Qué mejor resumen de esta combinación trágica: ejército asesino, oligarquía gobernante, dueños de un país; para luego repetir y reafirmar, casi cien años después, estos mismos calificativos.
Civilización o barbarie
Estas dimensiones y toda nuestra historia están atravesadas por la dicotomía de civilización o barbarie, que justificó matanzas, desplazamientos, humillaciones y discriminaciones de todo tipo. De similar tenor al que justifica hoy día la guerra en Medio Oriente, con términos suavizados como choque de civilizaciones, una suerte de eufemismo de la misma dicotomía. El civilizado es el blanco europeo que puja por la elevación de la Humanidad, que trae la vida moderna, la ciencia, el racionalismo, la educación, construye ciudades, tiene industrias, hace máquinas. Confronta con el bárbaro negro, feo, inmoral, atrasado, que vive como animal en el campo, es agresivo, impredecible, traicionero, no se establece en ningún lado sino que vaga por ahí, es un perfecto otro. Tal ser merece la eliminación.
Así llegamos
Estas dimensiones pintan resumidamente a qué calor se forjó el moderno Estado Argentino, con sangre de bárbaros, concentración de tierras y ejército al servicio de la oligarquía. Podemos llegar con estos tres trazos hasta nuestros días, y en cierto sentido, así estamos. Entonces, ¿Cómo no cuestionarse las acciones de “próceres” como Roca? ¿Acaso no sería un acto de justicia para con nuestra historia poner al descubierto, discutir estas cuestiones, analizar qué se contó, por qué se contó y qué consecuencias tuvo eso sobre el proseguir de los años hasta nuestros días? Una vez que nos enteramos ¿Podemos no decir nada? ¿Conviene dejar las cosas cómo están? ¿No es cínico decir “tenemos todo lo que tenemos gracias a que Roca hizo lo necesario”? ¿El fin justifica los medios?
Contrariamente a lo que dispusieron Roca, Sarmiento, Alberdi, José Ingenieros y otros, Argentina se mixturó, casi nadie es pura sangre europeo, casi todos tenemos sangre aborigen y muchísimos hay con sangre mapuche, ranquel, tehuelche, pehuelche, etc.¿No merecen una revisión del pasado?
Operación Bayer
Osvaldo Bayer hizo su juego, investigó, reveló datos que no se publican habitualmente, agitó el avispero, ahora no podemos decir que no estamos enterados… nos puso en un problema. Así las cosas, cuestionar el pasado es, indudablemente, una determinada actitud política, pero no cuestionárselo, definitivamente, también lo es. Y no se trata de dinamitar los monumentos de Roca, sino tal vez de ponerlos en otro lugar, no en el centro de nuestra historia, tal vez decidamos que no lo queremos allí. Tal vez queramos dar un gesto simbólico a la posteridad (como lo hizo la generación de la década del ‘30) y dejar nuestra marca en la interpretación de la Historia.
Volviendo sobre el principio, no me interesa nombrar a Roca como el culpable de todo y convertirlo en el villano mayor de la Historia Argentina, pero que seguramente esté ahí arriba por motivos mucho más oscuros que por patriota, lo afirmaría. ¿Podemos o debemos cuestionarlo? Yo entiendo que debemos hacerlo… y este es solo un punto de partida
9 Comentarios:
De mi parte estoy contento de ver varios Rocas en mis manos por mes. :P
Volviendo al contexto, tu frase final resume si se quiere un poco. Es solo el punto de partida para investigar no solo a Roca, varios mas que mencionaste y otros que no, que historicamente fueron elogiados por sus logros olvidandose por completo de sus medios utilizados o a veces sus ideales extremistas.
Tampoco fueron tiempos faciles, estar al frente de un estado naciente no es tarea para cualquiera. Igual me parece perfecto conocer los detalles de nuestra historia como en realidad son y no como cuento de hadas. De ahi en mas que se decida hacer con monumentos, calles y demas lo dispondra el conciente popular.
Gracias por tu comentario, Adrián.
Claro que fueron tiempos difíciles, como aclaro en la nota, se salía de una depresión importante y no era fácil pilotearla... pero de ahí a cerrarse en que esta era la única forma de salir, lo pongo en duda... era la forma de salir que encontró la oligarquía para quedarse con toda la torta.
Si dispone el consciente popular.... se afanan los monumentos para vender el bronce, jeje... buéh, fue un comentario odioso. El tema de los monumentos es a nivel simbólico, como consecuencia de una producción histórica determinada, así que podría corresponder otra representación simbólica si cuestionamos la producción histórica.
Si bien yo dejé mi parece en el post de Arkhos en la página de Fabio, quisiera agregar algo: Tenés también una visión parcializada de la historia. Como en todo el mundo, durante toda su historia, las cosas siempre fueron más complejas de lo que parecen.
Por supuesto que mi visión es parcializada, Dan, pero no existe una visión imparcial sobre la historia ni sobre casi nada. Por eso es importante cuestionarse las cosas y por qué se dicen de determinada manera, de eso se trata.
Uffff.
MaxD no des bola. Yo como cientista social (;) recibida) entiendo que tu posicion esta bien sustentada y tiene una argumentacion valida con la que comulgo.
Saludos
Laura
Laura, gracias por tus comentarios (en esta nota y en las otras).
No quisiera que le peguemos (mucho, jaja) a Dan por esto. Lo que quisiera que comprenda es que él detecta fácilmente en mis notas una visión subjetiva porque no me esfuerzo en ocultarla, pero que no podrá zafarse de otras visiones subjetivas en otros textos que aparentan ser fieles reflejos de los hechos.
Aparte de eso, esta nota, como siempre, es un disparador, un punto de partida, una elaboración de unas pocas horas... esto es un comienzo.
Por otra parte, no es cuestión de asustar a la clientela... el señor Danbat nos visita asiduamente y casi siempre aporta comentarios.... si el señor quiere churrasco, le hacemos churrasco, aunque esto sea un restaurante hindú, jeje
jajajaja. Danbat no quiere aceptar que la "objetividad" es imposible, recordemos que las ciencias sociales deberian llamarse estudios sociales, porque de cientifismo metodico y objetivo hay poco y nada y lo bien que esta que sea asi.
Laura
mmm... sí, las intrincadas Ciencias Sociales, que a veces pretenden ser duras y no pueden, y a veces no tiene sentido que lo sean...
Estimados,
Está muy interesante todo el revisionismo histórico sobre proceres argentinos etc, basicamente porque los mismos son expresión fiel de la sociedad contemporánea que les dió origen. Uno de los aspectos mas delicados a discutir sobre la epoca de Roca es la estructura institucional que adquirió el país a partir de entonces, la debilidad del estado nacional expresada en una completa imposibilidad de cimentarlo en leyes aceptadas por el conjunto de la sociedad (lease mas simple, la vigencia real de la constitución nacional y de las leyes de la nación). Esto en parte consecuencia de un civismo que mas allá de todo el devenir posterior y transcurridos mas de 100 años, resulta evidente que no se termina de adaptar al sistema republicano de gobierno y gusta reiteradamente por los gobiernos "fuertes" de corte dictatorial. Este me parece a mi, es el legado mas pesado de la construcción del estado moderno, porque aparentemente el gobierno central solo se podía sustentar en el ejercito nacional en vez de la sociedad civil aparentemente porque el antecedente social era inorgánico y carente de nociones mínimas de respeto a libertades individuales. Que está pasando en este momento en el devenir de la historia Argentina si no es la ausencia de instituciones republicanas cimentadas en el cumplimiento de la ley, a pesar del esfuerzo concomitante de restablecimiento de democracia que se inició en 1983. Que me dicen a eso?
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