martes, febrero 20, 2007

Índices y meñiques

Sobre las discusiones suscitadas en las últimas semanas a propósito de la difusión del Índice de Precios al Consumidor para el mes de enero de 2007, trataré de hacer un aporte que resuma la cuestión y una reflexión que pretenda salir un poco de cierto lugar común. Lo hago en calidad de haber estado cerca del gremio, y me consta que mucha gente que labura en el INDEC lo hace a conciencia y de manera profesional, por lo que la situación me dio pena más que nada por haber quedado ellos en medio de esta rosca por la cuestión del índice, cayendo una funcionaria en medio de la gresca. A pesar de todo esto, como dice Artemio, yo banco al INDEC (solidaridad corporativa, que le dicen).

A mi entender hay una sobreactuación en el revuelo, que casi todos centraron en el numerito en sí y no en la gravedad que implica el generar presión en un instituto de estadísticas, donde se miden (de la forma más objetiva posible) los indicadores sociales, demográficos y económicos del país. Es (solo) una muestra más de lo peor que nos está mostrando este gobierno: sus achaques de prepotencia, autoritarismo, falta de diálogo y dificultad en transparentar sus problemas. En este caso, el objetivo que se habían impuesto de completar el 2006 con un dígito de inflación y la pulseada por arrancar el año con un número que impresione a todos, pudo más que la prolijidad en el manejo de una institución que debe brindar mediciones sobre la marcha de la economía. Lo que también sigue ocurriendo es que la oposición reacciona ni siquiera a la altura de esta desprolijidad, obnubilados por los inalcanzables índices de popularidad del oficialismo, hacen papelones una y otra vez (¡qué será de nosotros!), más ahora que arrancó el año electoral.

Esta reyerta vela cuestiones de mayor importancia. Diría que el oficialismo lleva la discusión siempre para la orilla que más le conviene… y siempre pican, increíble.

El IPC y sus problemas

Uno de los problemas de este tipo de instrumentos de medición es que, justamente, intenta medir datos que tienen que ver con el comportamiento de la gente (su consumo) y los efectos de las acciones de diversos actores sociales (afectan al mercado y a la formación de los precios). Y, por supuesto, su puesta en conocimiento, tiene una serie de consecuencias que van más allá del mero numerito.

El INDEC releva mensualmente precios de 818 variedades (bien o servicio representativo) en 45 zonas comerciales más 127 áreas dispersas, 139 supermercados y 44 hipermercados, otros precios se relevan mediante operativos centrales, esto es desde oficina, consultando cuadros tarifarios, información de entes reguladores o encuesta telefónica y/o escrita. Entre estos últimos se agrupan uno de los rubros de controversia: gastos en servicios de salud.

En total, la muestra que toma el IPC-GBA en un mes oscila la nada despreciable cantidad de 80.000 precios, incluyendo dos tipos de reiteraciones: las que implican repeticiones del mismo artículo-negocio en dos o más momentos del mes y las que derivan de la captación de diversos artículo-negocio para una misma variedad.

A cada una de estas 818 variedades les corresponde un precio, que es la media geométrica de los recolectados en los distintos negocios y momentos del mes. A su vez, cada una de estas 818 variedades tiene una ponderación respecto al total del gasto de una familia tipo. Las ponderaciones se asignan en función de la información de consumo dedicado a cada una de las clases de bienes y servicios, según la información disponible. Esta información se obtiene a partir de la Encuesta Nacional de Gastos de Hogares. El IPC-GBA que se publica actualmente se hace en base al año 1999, y la ENGH realizada entre 1996 y 1997. Esto aplica a las recomendaciones internacionales para este tipo de cálculos. El listado de variedades es criterioso y para aquellos que creen en ese mito que dice que se siguen ponderando precios de barras de hielo y de carrozas con bueyes, dense cuenta que es solo un mito. Más aún, a fin de año el INDEC publicó los resultados de la nueva ENGH (recolectada en 2004/2005) con las nuevas ponderaciones de gastos de los hogares. Si se hace el ejercicio de aplicarlas para recalcular el IPC de 2006, el mismo bajaría incluso cerca de 1 punto porcentual.

Que quede claro: Nadie más que el INDEC puede hacer correctamente todo este trabajo. Ni Macri (que seguramente por primera vez en su vida fue a comprar lechuga), ni Lavagna (que también tuvo sus peleas con el INDEC cuando no le daban los números), ni Lopez Murphy. Digo, que quede claro, porque más de uno se aprovechó de esta situación para recomendar derivarle el negocio a consultoras privadas. Lo que sí podemos hacer es cuidarlo de las presiones de los gobiernos de turno, que siempre las hubo, que saben que existen y están acostumbrados a lidiar con ellas.

Entre las aclaraciones metodológicas que hay que hacer hay dos muy importantes: el IPC no es un indicador de inflación, sino un instrumento para medir la evolución de los precios de los bienes y servicios representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en el Gran Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires y partidos del Gran Buenos Aires) en comparación con los precios vigentes en el año base. Si bien es cierto que es un componente muy importante para medir inflación, otras variables deben ser tenidas en cuenta. Este es un error típico difundido una y otra vez por los medios de comunicación, pero digamos que a los ojos del lego el IPC funciona de esta manera y no está del todo mal (a los ojos del lego, no del gurú que se la da de especialista).

Segunda aclaración: el IPC no es un indicador del costo de vida. Un índice del costo de la vida es un concepto teórico que busca reflejar los cambios en el monto de gastos que un consumidor promedio destina para mantener constante su nivel de satisfacción, utilidad o nivel de vida, aceptando –entre otras cosas– que pueda intercambiar permanentemente su consumo entre bienes y servicios que le brindan la
misma satisfacción por unidad de gasto. En el IPC no se incluyen pagos de intereses ni amortizaciones de préstamos, impuestos inmobiliarios y otros impuestos (solo incluye servicios, que clásicamente se denominan impuestos por servicios o algo así). El índice de costo de vida incluye estrategias del consumidor, como ser trasladar los gastos hacia productos de menor precio relativo; por lo mismo las ponderaciones tienen un cambio constante. Esto hace que resulte prácticamente imposible medir este índice, aunque se lo llega a calcular estimativamente con algunas correcciones. Aquí radica uno de los principales problemas respecto a lo que sería un “IPC de sensación térmica”. Un ejemplo: en mi caso particular, como soy cuentapropista, los impuestos que pago (Monotributo e IIBB) tienen un peso muy importante en mi economía, aproximadamente un 15%, nada desdeñable. Si se ponderara esto en mi “IPC de sensación térmica”, lo presionaría hacia abajo porque, claro está, estos impuestos no aumentaron ni un centavo en el último año. Pero este ensayo no cuenta para el IPC-GBA del Indec, porque se conviene que este tipo de impuestos no computan para dicho índice.

Tercera Aclaración: El IPC vale para el conglomerado GBA y un error típico es trasladarlo al total del país. Es cierto que allí vive un tercio de la población, pero por ahora los datos relevados y, por tanto, la generación del índice corresponden a esa unidad distrital y no a la totalidad del país, sin embargo se lo suele asumir como nacional. Como ejemplo, en Bariloche el transporte público urbano aumentó en el último año un 20% mientras que en Buenos Aires ni un centavo. En contraposición, la Lechuga sale $5 el kilo en un super de la Capital y aquí se consigue a $3, tal vez porque la traen de El Bolsón. Estas variaciones regionales no son tenidas en cuenta por ahora en el IPC. Esta es una deuda más que se tiene con el interior que se espera subsanar en el futuro.

Estas notas metodológicas denotan que el numerito no es algo traído de los pelos sino un instrumento de medición elaborado minuciosamente con la finalidad de obtener una medida de la evolución de los precios ponderados según el gasto de los hogares, y que sea plausible de ser comparado con otros momentos, con otros distritos y de acuerdo a estándares internacionales (que lo hagan comparable a otros países).

Que a varios les suene raro un número tan bajo para la sensación que se tiene de los aumentos de precios no impugna el trabajo de generación del índice. Justamente, porque es cierto que hay inflación y porque la agenda político-económica pone la discusión al tope de las prioridades. Pero esto no justifica que se deba instrumentar una “sensación térmica” del IPC, porque ya sería otra cosa (a eso podrían dedicarse las consultoras privadas, si les divierte). Al igual que con la temperatura, una sensación-IPC ayudaría a que las Doñas Rosas puedan hablar de lo caro que está todo, para eso sí serviría, para dato estadístico, no.

Por otra parte, el IPC nos representa a todos (bueno, a los del GBA) y, por ende, no representa a nadie. Es decir que corresponde a un conjunto y no a sus partes particulares, seguramente ninguno de nosotros verá reflejadas las mismas ponderaciones que se toman ni los precios que observa, justamente porque es un promedio. También, es esperable que uno tenga presente aquellos costos que impactan negativamente en nuestros bolsillos y no aquellos que no lo hacen o que incluso van a la baja (esta psicología barata conviene tenerla en cuenta a veces).

¿Qué pasa con el numerito?

El IPC publicado oficialmente para enero fue de 1,1 %, lo cual movió a risa a más de uno y sorprendió a la mayoría porque estuvo por debajo incluso de las previsiones más optimistas.

Revisemos primero lo que es más fácil: Hay un grupo de precios relevados por el INDEC que fueron publicados en el informe, por lo que pude tomarme unos quince minutos para cotejarlos con alguna otra información disponible, en este caso con la página de Coto el 15/02/07. Algunos valores al azar:

ProductoUnidadINDECCOTO
Pan Lacteado390g3,002,99
Harina trigo Comúnkg0,980,82
Arroz Blanco Simplekg2,542,15
Pollo Enterokg4,443,99
Filet de Merluza Frescokg12,495,89
Aceite Mezcla1,5l4,764,29
Leche Entera sachet1l1,551,43
Leche en Polvo Descremada400g5,945,43
Dulce de Leche500g3,142,79
Bananakg2,431,79
Batatakg1,281,19
Cebollakg0,951,35
Papakg1,021,39
Zanahoriakg1,751,89
Zapallokg1,671,20
Zapallitokg1,682,29
Lechugakg2,884,99
Tomate Redondokg2,953,59
Azúcarkg1,531,35
Arvejas en Conserva220g1,131,07
Yerba Mate500g2,482,39

Esta comparativa evidencia que los precios están bastante bien relevados. La mayoría de los que encontré estaban bastante aproximados, incluso por debajo dependiendo si eran primeras o segundas marcas, y algunos de frutas y hortalizas están por encima, seguramente producto de la escalada de precios que lleva este rubro, que no es novedad y cuya tendencia continúa en este mes, según ya fue detectado por el este organismo. Seguramente el IPC de febrero se verá bastante afectado por esto.

La discusión se centra en, básicamente, los supuestos que se tomaron para dos rubros: el de gastos de salud y el de turismo. En el capítulo Atención médica y gastos para salud está incluida la división “Servicios para Salud”, que pesa el 5,55% en la totalidad del IPC. Por presión de la oficina de Guillermo Moreno (Secretario de Comercio) se tomó como referencia el aumento del 2% en las prepagas que correspondía a un plan con prepagos. Esto es arbitrario, pero no podría decirse taxativamente que esté mal. Optar por el 2% de aumento (sistemas con copagos) o el 22% de aumento (sistema integral) es problemático porque resultaría de predecir el comportamiento de los hogares ante esta elección. En mi caso, por ejemplo, hubiera correspondido el 0% dado que la prepaga a la que estoy asociado decidió postergar el aumento, el problema se traslada aquí al índice de febrero.

La situación se complica más aún en este rubro dado que las empresas de medicina prepaga han anunciado la anulación del aumento del 6% para los afiliados que hayan optado por el sistema de copagos. Según el último informe disponible sobre el funcionamiento del sistema de prepagas (según la Superintendencia de Servicios de Salud de la Nación) indica que hay un promedio de 5,3 visitas médicas y 2 prestaciones complementarias por año. Este promedio supone un aumento del 5% mensual en gastos de medicina prepaga y es lo que se imputará al IPC. Haciendo el ejercicio de aplicar la diferencia del 3% (un 2% ya había sido imputado) a la ponderación de la división “Servicios para Salud” y suponiendo que es todo para gastos en medicina prepaga (no hay desagregación para indicar el detalle, pero se puede suponer que no es todo para el pago de medicina prepaga), estamos hablando de 0,16% para agregar al IPC de enero, con esta corrección sube al 1,3% (redondeando para arriba). Pero hay que conceder que esta información no estaba disponible hasta mediados de febrero. De todas formas, es importante entender que es muy difícil predecir cómo nos comportaremos los consumidores una vez que queden definidas las alternativas y los impactos finales, y esto recién podrá ser reflejado y corregido en los sucesivos meses.

El otro rubro en discusión es “Turismo”, caliente por la temporada, obvio. En este caso, según se informa, se dejó de lado la muestra de campo del INDEC para reemplazarla por una encuesta de la Secretaría de Turismo. Ahora bien, “Turismo” es una división dentro del capítulo “Esparcimiento”, que pesa 2,75% en la estructura de ponderación del IPC. La división “Turismo” se compone de dos grupos: “Transporte por Turismo” (que contiene los subgrupos “Combustible y Peaje por Turismo” por 0,144% del IPC y “Transporte Público por Turismo” por 0,585%). Aparte están los subgrupos “Alojamiento” que pesa 1,19% y “Excursiones y Paquetes Turísticos”, que pesa 0,83%. De todos estos subgrupos, diría que podría notarse un aumento importante en “Transporte por Turismo”, al menos acá en el sur, pero no creo que sea una constante en todo el país, por ejemplo con los pasajes a la costa el aumento fue mucho menor. Tomando un supuesto promedio de 20% y aplicando la ponderación e imputando todo el aumento a este mes (una bestialidad, como si hubiera aumentado eso de diciembre a enero), el peso en el IPC total sería de 0,12%. Esta bestialidad que cometí lo hice obviando adrede que ya se imputó un 3,7% de aumento para toda la división “Turismo”.

Entonces concediendo ambos aumentos, el IPC “corregido por sensación térmica” podría ser a lo sumo de 1,4%.

Cerrando el tema del numerito: ¿Hubo manipulación? Seguro que al menos hubo intento, que es igual de grave, aunque el impacto no justifica que el número sea tan lejano que si no lo hubiera habido y con el correr de los meses, dicho impacto tendería a diluirse, a menos que medien nuevos toqueteos. ¿Es grave ese intento de manipulación? Es grave desde el punto de vista metodológico, porque implica que el gobierno de turno haya querido influir en una institución que provee mediciones importantes para todos, dañando su confiabilidad. La gravedad del hecho se relativiza porque la elevación de este índice tiene más interesados entre poderosos que entre la opinión pública, sobre todo de clase media, que parece mirarse el ombligo.

¿A quienes les interesa que el IPC quede sesgado hacia abajo? Al gobierno, claro, por una cuestión de imagen en un año electoral y por “onanismo económico” (satisfacer sus propios objetivos). Al sindicalismo dialoguista, porque al momento de negociar los aumentos de salarios podrán acercarse más a ese número sesgado hacia abajo, blandiendo eso como gran logro de la combatividad sin inmolarse en el intento

¿A quienes les interesa que el IPC quede sesgado hacia arriba? A la oposición, por motivos obvios. A los bonistas que indexan por CER (la última moda en negocio financiero). A los acreedores de la deuda externa. A los empresarios de los servicios públicos con tarifas congeladas, porque pueden presionar aún más para liberarlas.

¿A quienes no les interesa el IPC? A los que siguen teniendo problemas para proveerse los elementos mínimos para la subsistencia. Y aquí radica la verdadera gravedad de todo esto.

El costo de la CBA se fue a los caños

He aquí el quid de la cuestión, el problema que hay que atender, el escándalo real. El costo de la canasta básica de alimentos aumentó el 8,6% en el último cuatrimestre, la mayor suba cuatrimestral desde que K llegó al gobierno. Con esta tendencia, el aumento anualizado de la CBA treparía a la escandalosa friolera de 26%. Esto haría retroceder las mejoras en situación de indigencia conseguidas en los últimos años, dado que tremendo aumento en la CBA hace caer por debajo de la línea de la indigencia a mayor cantidad de hogares (a ese ritmo, serían 1,5M de personas). Esto empeora el cuadro social, en términos absolutos: habría más indigentes; y en términos relativos, se deteriora (aún más) la equidad en la distribución del ingreso. Uno de nuestros más graves problemas. Peor aún teniendo en cuenta que la economía sigue creciendo a tasas “chinas” y que las reservas abundan en las arcas del Banco Central. Esto está perfectamente medido por el INDEC aunque muchos prefieren divertirse discutiendo el 1,1. Más aún, este instituto está ensayando una nueva metodología de medición de la pobreza que no le va a caer nada bien al gobierno, pero todavía están ajustando metodologías para aplicar a los estándares. Lo que urge es aplicar medidas correctivas que sirvan a los más necesitados.

El papel del Estado

Uno de los aspectos centrales de toda esta discusión es el debate sobre el papel del Estado. Denostado como inoperante y descartado a favor de la iniciativa privada hace no muchos años, ahora recibe las demandas de varios actores sociales para hacerse cargo de los destrozos del capitalismo salvaje. Y está bien, para eso está. Ahora resulta que el mercado no sería el perfecto regulador de los precios sino que es necesario que el gobierno intervenga para mitigar el impacto de esa lógica. En cuanto a lo que mide el IPC, lo ha hecho a medias y con resultados parciales. En cuanto a lo que mide la CBA, sin duda, se le fue de las manos. Se peleó con los sectores del campo, pactó con los grandes distribuidores, y los precios siguieron escalando. Ahora han hecho algunas correcciones a la política de control, con mecanismos de incentivo y distribución dentro de la cadena de producción a favor de los sectores más débiles, pero esos resultados se verán más adelante. En esto están experimentando mientras les tiran piedras de todos lados (sobre todo de aquellos que ven menguada la tajada que sacaban antaño). El Estado está en medio del tironeo de las demandas sociales enérgicas pero muchas veces difusas y los prolijos lobbies de las grandes corporaciones, agazapadas y frotándose las manos, insertando discursos que después se hacen eco en la opinión pública.

¿Qué queremos del Estado? Decidámonos de una vez, queremos que intervenga, que no toque nada. Que si toca distorsiona, que si no toca nos fagocitan los albatros. Que haga algo (no sabemos qué) pero que paren el aumento de la lechuga. Que mida los aumentos, que no los mida. Que se haga cargo de los servicios públicos, que no. Que la jubilación la pague el Estado cuando nos dimos cuenta que lo de las AFJP era un negociado para pocos. Mientras dudamos, el gobierno hace la suya y juega a dos bandas: intervención y estatización para algunos casos, subsidios o condonaciones de deudas para otros. Hace política, juega con la ambigüedad, sabe que tiene todas las de ganar este año, así que no va a arriesgar mucho, ni lo necesita con los contrincantes que tiene.

El Estado somos nosotros, los ciudadanos. Lo que está fallando, hace tiempo, son los canales de comunicación y la captación de las demandas de la población por parte de los dirigentes. En cuanto al INDEC, que recibe presión de sus funcionarios políticos, que hay alguna que otra falla metodológicas, que hay ñoñerías típicas de las reparticiones públicas, no lo podemos negar, pero no afecta sustancialmente al resultado de lo que hace. Al menos no hasta ahora, mantengámonos en alerta para evitar que pase a mayores. ¿O acaso el FMI sí tiene chapa para auditar lo que hace el INDEC?

Fuentes, Notas y Datos de interés:

Indec: Publicación IPC Febrero 2007 / Datos referidos a enero
Indec: Índice de Precios al Consumidor (IPC) Gran Buenos Aires Base 1999=100. Serie metodológica Nº 13
Indec: Cómo usar un índice de precios
IPC en el blog de Artemio López
Más sobre el IPC en el blog de Artemio López
Cash: “Se le escapó la canasta”
Cash: “¿Qué indica el INDEC?”
Cash: “Lo que esconde”

4 Comentarios:

Blogger MaxD espetó...

Es cierto, el pase subió de precio, a como 15 kilos de lechuga mantecosa, que te quiero ver llevándolas en la séxtuple sin tocar a nadie... yo me caería cuando me bajo, como siempre...

Ojo! No digas "petróleo" cerca de los portaaviones de Bush...

21/2/07 16:42  
Anonymous Anónimo espetó...

excelente articulo, si me permitis lo reproducire en mi blog porque esta muy ilustrativo MaxD.

27/2/07 07:47  
Blogger MaxD espetó...

Todo un honor, Edwin, con gusto. Tendré que preparar una segunda nota con el moco que se mandaron en la medición de la balanza comercial, pero todavía me faltan datos.

27/2/07 08:32  
Anonymous Anónimo espetó...

ok, en estos dias la paso al blog y te la choreo ;)

1/3/07 09:53  

Publicar un comentario

<< Home