Histeria colectiva (vía taxi)
El martes 13, cuando no, la ciudad amaneció revolucionada por la presunta desaparición de un taxista. Varios compañeros se manifestaron en el Centro Cívico, por simple solidaridad corporativa (tan irracional como la mía con el Indec), con el fin de exigir y reclamar el esclarecimiento del hecho y medidas de seguridad para los trabajadores.
Este chofer habría pedido precio a la central por un viaje a Alicura a eso de las tres de la mañana y desde entonces no se sabía nada de él.
Unas horas después, un compañero que estaba de vacaciones lo vio en las cercanías de Choele Choel, lo saludó, pero nuestro chofer se hizo el distraído y siguió viaje hacia Río Colorado. De allí llegaron datos que habría tratado de vender el críquet, la rueda de auxilio y el equipo de radio. También se rumoreaba que tenía problemas familiares y que por eso se fue de esa manera. Al día de hoy sigue sin conocerse su paradero y tiene una denuncia por robo de vehículo, también dieron orden de allanar su casa.
Curiosamente, el chofer pasó de tener colgado el cartelito de víctima a uno que dice victimario. Es decir que así como así pasó de ser quien sufre un delito a ser alguien que lo produce.
Esto debería ayudarnos a reflexionar sobre los temas de seguridad que tanto sensibilizan a la opinión pública. La delincuencia se presenta como un mal que nos aqueja, cuya única solución es apartar a la manzana podrida de la sociedad y castigarla por ello. Como si fuera algo ajeno a nosotros, como si cada delincuente naciera con ese estigma y estuviera predestinado a delinquir, entonces las fuerzas de seguridad tendrían que esforzarse en detectarlos y separarlos lo antes posible.
Ahora bien, esto es un perfecto ejemplo que la cosa no es tan sencilla, todos somos víctimas y victimarios en algún sentido, y podemos pasar a ser delincuentes cruzando una línea que a veces es muy tenue. El llamado delito es un tipo de comportamiento tipificado, pero está entre nosotros, tiene sus causas en el seno mismo de la sociedad, no es un comportamiento introducido por seres extraterrestres que juegan con humanos. No se soluciona con “mano dura y bala”.
Veamos, el chofer de marras evidentemente ha sido víctima de varias cosas: problemas familiares, confusión, desesperación, quién sabe cuántas más. Ahora es victimario del dueño del taxi, quien lo denunció por robo, este comportamiento está claramente tipificado en el código penal, entonces se ganó la etiqueta de “delincuente”.
Víctima de muchas cosas, victimario de una sola: el derecho a la propiedad privada. El Derecho, ese discurso de poder (esto es bien foucaultiano) determina que de todas las conductas que tuvo el chofer, hay una que es atendible en forma urgente por el estado, eso lo convierte en delincuente, cuya pena, en última instancia sería separarlo de la comunidad y recluirlo al depósito de lo anormal, lo antisocial.
Este chofer habría pedido precio a la central por un viaje a Alicura a eso de las tres de la mañana y desde entonces no se sabía nada de él.
Unas horas después, un compañero que estaba de vacaciones lo vio en las cercanías de Choele Choel, lo saludó, pero nuestro chofer se hizo el distraído y siguió viaje hacia Río Colorado. De allí llegaron datos que habría tratado de vender el críquet, la rueda de auxilio y el equipo de radio. También se rumoreaba que tenía problemas familiares y que por eso se fue de esa manera. Al día de hoy sigue sin conocerse su paradero y tiene una denuncia por robo de vehículo, también dieron orden de allanar su casa.
Curiosamente, el chofer pasó de tener colgado el cartelito de víctima a uno que dice victimario. Es decir que así como así pasó de ser quien sufre un delito a ser alguien que lo produce.
Esto debería ayudarnos a reflexionar sobre los temas de seguridad que tanto sensibilizan a la opinión pública. La delincuencia se presenta como un mal que nos aqueja, cuya única solución es apartar a la manzana podrida de la sociedad y castigarla por ello. Como si fuera algo ajeno a nosotros, como si cada delincuente naciera con ese estigma y estuviera predestinado a delinquir, entonces las fuerzas de seguridad tendrían que esforzarse en detectarlos y separarlos lo antes posible.
Ahora bien, esto es un perfecto ejemplo que la cosa no es tan sencilla, todos somos víctimas y victimarios en algún sentido, y podemos pasar a ser delincuentes cruzando una línea que a veces es muy tenue. El llamado delito es un tipo de comportamiento tipificado, pero está entre nosotros, tiene sus causas en el seno mismo de la sociedad, no es un comportamiento introducido por seres extraterrestres que juegan con humanos. No se soluciona con “mano dura y bala”.
Veamos, el chofer de marras evidentemente ha sido víctima de varias cosas: problemas familiares, confusión, desesperación, quién sabe cuántas más. Ahora es victimario del dueño del taxi, quien lo denunció por robo, este comportamiento está claramente tipificado en el código penal, entonces se ganó la etiqueta de “delincuente”.
Víctima de muchas cosas, victimario de una sola: el derecho a la propiedad privada. El Derecho, ese discurso de poder (esto es bien foucaultiano) determina que de todas las conductas que tuvo el chofer, hay una que es atendible en forma urgente por el estado, eso lo convierte en delincuente, cuya pena, en última instancia sería separarlo de la comunidad y recluirlo al depósito de lo anormal, lo antisocial.
2 Comentarios:
Muy buena reflexión.
Pero el hecho de que la foto retrate a un habitante del planeta Vulcano, gente que no delinque ni miente, la invalida un poco.
Gracias a ambos por los comentarios...
La foto se la sacó Tommy Lee Jones en MIB I.
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