Hay un ahogado que vive
Ya que lo nombramos a Rodolfo, los invito a leer este artículo de Miguel Bonasso sobre una de tantas Operaciones Masacre, que el domingo cumplió treinta años. Es realmente de película:
El auto se detuvo y abrieron el baúl. El joven llevaba ocho horas allí, con las piernas atadas y encapuchado, aterrado y enloquecido de calor. Le quitaron las cadenas y la capucha, pero le dejaron las cuerdas en las piernas. Entonces volvió a ver a su jefe y amigo, Diego Muniz Barreto, de quien lo habían separado en los últimos dos días del cautiverio. Muniz Barreto había viajado en el baúl del otro Falcon, que los había llevado desde Campo de Mayo hacia ese lugar –aún ignoto para él– en la provincia de Entre Ríos...Clic aquí para la nota completa
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