viernes, septiembre 19, 2008

El triunfo cultural del capitalismo

El hecho que haya estallado el mercado financiero de la meca del capitalismo es una noticia, pero en cierto modo es codificado solo como una anomalía (aunque importante) del sistema. Sintomático es que la intervención estatal haya sido aprobada y recibida con alivio entre la opinión pública. Así se corregiría la anomalía y todo debiera regresar a la normalidad. Entonces se concreta la mayor intervención de los Estados en la economía en la historia de la humanidad. Esto es, que las comunidades (la población de "x" Estado) en su conjunto (incluidos los carpinteros de EEUU) financian a la economía de mercado en crisis por una monumental estafa. Semejante intervención se justificaría en el razonamiento que si no se hace, las consecuencias serían aún peores. La aceptación de este razonamiento es un triunfo cultural del capitalismo.

Pensaba en dónde podrían radicar las claves de este triunfo. En este caso funciona un relato bien arraigado en el logos de la mercancía. La razón de ser del capitalismo, y su definición por excelencia es, justamente, la "acumulación de capital" y el actor principal, el más dinámico de este mecanismo, es el "empresario capitalista", aquel que, movido por la competencia en el mercado y regulado por la ley de oferta y demanda, ajusta las tuercas para hacer funcionar la producción de mercancías de forma cada vez más eficiente. El capitalismo no concibe su funcionamiento sin el empresario capitalista y sin sus mecanismos de explotación: la apropiación de plusvalor del trabajo humano (que no fue teorizado por Marx en primera instancia, aunque fue quien más vueltas le dio al asunto) por el empresario capitalista para la producción capitalista de mercancías. En su estado puro, este sistema no requiere intervención del Estado (valga la cacofonía), o la única que requiere es la de policía y de resguardo de los mercados. Pero en este caso, no se trató de un touch, un ajuste de tasas, sino –repito porque da pavor– de la más grande intervención en la historia de la humanidad. Los Estados debieron salir al rescate de los actores principales del sistema: "los empresarios", porque son los que dinamizan la economía.

Ahora bien, saltando al plano ideológico, aquel donde se fabrica un imaginario para darle sentido a este mecanismo de acumulación de capital, rastreemos las posibles claves de esta justificación. Se me ocurre una pista por el lado de una relación automática, y en forma directa, entre capital económico y capital cultural. De allí saldría la frase (Macri dixit): "A los empresarios exitosos nos va bien porque somos talentosos" o en criollo "El que tiene guita, sabe"; y viceversa el pobre sería pobre porque quiere; en el mejor de los casos "porque no le da la cabeza, pobrecito"; o en el peor de los casos porque no hay lugar para todos en este mundo. Este concepto se trasladaría a nivel de países y continentes, argumentando idiosincrasias particulares y curiosas explicaciones basadas en la genética de ciertas etnias. Es entonces que se justificaría una asistencia "excepcional" al integrante de la clase dinámica, porque ello redundaría, vía derrame, en beneficio para el resto de la comunidad. Al contrario, una ayuda a los integrantes de las clases postergadas sería leído como tirar plata en "saco roto", porque no tendría el efecto dinamizador que sí puede impartirle el empresario capitalista.

La impresionante asistencia a los mercados financieros llega a cubrir el estallido de una burbuja que venía creciendo hace tiempo. La anomalía (que justifica la intervención) es percibida recién en este estallido y no mientras se inflaba. Una burbuja da la correcta idea de sobreestimación de precios con fines puramente especulativos. Entonces la cobertura estatal viene a asistir a este mecanismo especulativo justificado en los posibles efectos destructivos que su falla pudiera causar. La burbuja iba a estallar, eso lo sabían todos, incluso los empresarios "talentosos". Lo que también sabían era que el Estado iba a salir en su rescate y no a perseguirlos criminalmente por su actitud especulativa. Y volverán a hacerlo, de eso se trata el capitalismo financiero…

¿Por qué no dejar que caigan y luego sí, salir al rescate de aquellos actores realmente perjudicados (hipotecados, empleados, etc)? ¿No hubiera salido más barato pagar los costos de esta falla poniendo foco en los sectores vulnerables y pagar ese precio al valor real y no poner el foco desde arriba y pagarlo a precio inflado? El triunfo cultural radica en ni siquiera plantearse una alternativa a este monumental rescate que premia a los causantes del crack y que, si hay derrame, solo paliará algunos de los costos de sus víctimas más vulnerables. (¡Menos mal que ya suben las bolsas!)

2 Comentarios:

Blogger Marcos espetó...

Si bien es cierto que rescatar a los ahorristas puede resultar mas barato, lo que parece ajustarse a la lógica del capital. También es tentador comprar al caído.
Comprar por chirolas al otro tambien es parte de la lógica del capitalismo.
Lo interesante, en lo personal, es que como estoy en un Banco Cooperativo veo la tensión, todo el tiempo, entre el mercado y el rol regulador del estado y ver que al final el estado se ve obligado a intervenir da una rara satisfacción.
Muy rara... Casi Berreta. Como la que te hace sentir la justicia cuando llega tarde.
Digo... no sé

19/9/08 18:10  
Anonymous Anónimo espetó...

Voy a dedicarme a la bolsa...de ciruja nomás. Para la timba prefiero el casino (?)

19/9/08 18:35  

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