domingo, mayo 16, 2010

Efecto Coriolis XII y XIII: Impunidades y Ajustes

Mientras por acá, al sur, seguimos sumando puntos para nuestro símbolo del bicentenario (El Fin de la Impunidad), por allá, al norte, arrojan a la fieras a su principal estandarte, uno que nos ayudó, y mucho.

La Cámara de Diputados declaró por unanimidad “política de Estado” los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. El proyecto fue preparado por el Centro de Estudios Legales y Sociales en adhesión al Bicentenario. Primero en comisión y luego en el recinto se aprobó sin un solo voto en contra o abstención. Los considerandos del CELS tienen la amplitud que se extraña en los debates partidarios. Reconoce el trabajo de la Conadep y el juicio a las juntas promovido por el ex presidente Raúl Alfonsín, que consolidaron los derechos humanos como pilar político de la restitución del estado de derecho y sustento ético del entramado social; recuerda que las leyes de impunidad fueron declaradas nulas por la justicia en 2001 en la causa Simón a solicitud de organizaciones de la sociedad, celebra la aceleración de esos procesos a partir de 2005 con el aval de los tres poderes del Estado y el impulso que dio a esas causas el ex presidente Néstor Kirchner.


Es imposible exagerar la importancia del proceso que Garzón puso en marcha, como hecho político dinamizador de las democracias sudamericanas y como acontecimiento jurídico, en las huellas de Nuremberg pero no con el respaldo los tanques de un Ejército vencedor luego de una guerra mundial, sino apenas del derecho y de la ética. La actividad de Garzón y su favorable eco popular estimuló a los jueces argentinos a declarar nulas las leyes de impunidad y a los jueces chilenos a reinterpretar la ley de amnistía de modo de procesar a los desaparecedores. Por eso la decisión del Consejo español del Poder Judicial de suspender a Garzón y someterlo a juicio acusado de hacer en su país lo mismo que antes hizo por los nuestros resulta incomprensible.


Aparte de esto, ver desde aquí abajo, cómo un país del primer mundo se hunde en las tineblas del ajuste neoliberal, justo en los momentos en que empiezan a verse los efectos virtuosos que la AUH está produciendo en las franjas más postergadas de la población, esas de las que nos veníamos olvidando desde que volvimos a la democracia, da una sensación de extraño vértigo.