Nostalgias de un mundo setentista que (casi) no viví (I): Un amor setentista
Cuenta la leyenda que papá y mamá se conocieron en los "puchometrajes" que organizaba el filósofo sesentista / setentista (quizá uno de los más emblemáticos) Rodolfo Kusch. Según me comentaron, se juntaban a ver algunas filmaciones entre la bruma del humo del cigarrillo (otro elemento bien setentista del ambiente intelectual, casi indispensable) y luego departían filosóficamente sobre el tema, imagino que con alguna empanada y vino. De allí nació un amor bien setentista, como solo podía ser posible entre un artista plástico de clase media baja, muy joven, peronista y una estudiante tardía de psicología, bastante mayor que aquel, inmigrante europea de posguerra, rebelada contra la opresión de una familia de rigor prusiano y moral victoriana. Su primer nido fue un conventillo de La Boca. La luna de miel debió esperar unos años hasta concretarse en el infaltable viaje setentista a Bolivia, en tren. Fue un amor setentista que duró lo que duraron los setenta para derrumbarse luego dolorosamente (como todo amor, setentista o no). De ese amor fui (creo) el único fruto. De ese amor setentista siento orgullo, admiración y cierta nostalgia.
2 Comentarios:
linda historia!
Son pequeños trazos de cosas que me contaron, según lo recuerdo. Está bueno dejarlo anotado en algún lado, espero que Blogger no se caiga pronto.
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