sábado, septiembre 10, 2011

Divagaciones sobre la crianza de niños XXXIII:Migración pañal-calzón (fase final)

Sin duda esta ha sido la noticia más importante (para mí) desde el volcán a esta parte. El fracaso del primer intento y las vagas, vanas e insuficientes recomendaciones de especialistas y afines nos habían recluido al triste rincón del esperar lo que (nunca) iba a ocurrir por si solo (esto es: que el pequeñajo decida dejar los pañales).

La situación no podía ser resuelta de forma más romática que el cuadro que intentaré describir: una pelela detrás de un arbusto en la banquina de la ruta 40 camino a Neuquén, un paisaje estepario como principal vista del baño más grande del mundo y un perfecto sentido de los esfínteres para decidir cuándo, cómo y dónde hacer caca. ("quiero hacer caca", "en la pelela" y "vos te vas al auto"). Nota al margen: Nunca dejaré de sorprenderme cómo caí tan fácil en este festejo, aunque sé que los padres que han pasado por lo mismo sabrán de la importancia de esta escatología.

Por momentos me arrepiento de no haber retratado ese momento, pero supongo que a los 15 años no me lo hubiera perdonado, quedará solo en el recuerdo inolvidable y como anécdota familiar.

Este es, sin duda y por lejos, el evento más importante en la educación de los tres años y medio de vida que lleva Jx. Una bisagra fundamental en su existencia como hijo y la nuestra como padres. Vendrán otras.

Para terminar y que conste para quien pueda servirle, esto comenzó a decantarse una semana antes del viaje mencionado. Recién allí fue que empezó a elegir por si mismo el uso de la pelela en el baño.

Esto es muy importante: no es cierto (no lo fue para nosotros), papis, como te habrán dicho pediatras, psicopedagogos y sitios web afines, que el niño elegirá él solito este camino civilizado de depositar las heces en el lugar que el mundo occidental y cristiano a destinado para tal fin. Sí es cierto que en definitiva él decidirá cuándo hacerlo (es su prerrogativa según los Derechos del Niño), pero no lo hará a menos que hagan un incansable esfuerzo a base de insistencia (no castigo, pero sí firmeza, en el filo de lo primero) que "eso" debe quedar en el inodoro y no en el calzón. Nada de "él se va a dar cuenta", "le va a molestar y entonces va a pedir", etc. ¡No, no y no! "vení acá y hacé acá" (tantas veces como sea necesario). En algún momento viene solito y el tránsito de la pelela al inodoro es una anécdota.