Guillermo Cides en Bariloche

Si algo bueno está pasando con la cultura en Bariloche, es con la música. Hace unos meses, la Semana Musical permitió que pudiéramos ver esto. Ahora con el festival de jazz “Ecos de El Bolsón”, disfrutamos de la presencia de Guillermo Cides, de quien se dice es uno de los mejores intérpretes del stick del mundo. Se trata de un curioso instrumento que había visto por primera vez en manos de Tony Levin (con Peter Gabriel y con King Crimson) y que, casualmente, también tuve el gusto de disfrutar en manos del mismo Guillermo Cides hace diez años en Buenos Aires, cuando presentaba su primer disco. El músico ahora radicado en Barcelona, está de gira por el país con una colega americana llamada Linda Cushman, y por suerte recaló en Bariloche el viernes 1 de diciembre, en el Salón Araucanía.

El instrumento es muy atractivo a la vista y al oído. Es llamativa la forma de tocar que requiere, que remite al guitarrista Stanley Jordan (tienen para escuchar temas del excelente disco “Cornucopia” aquí), quien llevó al extremo la técnica de tapping, es decir pulsando percutivamente con los dedos de ambas manos las cuerdas sobre el diapasón en lugar de pulsar con una mano y puntear con la otra. El sonido resultante es un delicioso entramado de notas en un registro que abarca desde un bajo hasta una guitarra eléctrica. Guillermo utiliza técnicas de sampler y secuencer para poder generar él mismo las rítmicas y las armonías sobre las cuales llena con melodías durante la performance. En lo particular me gustó mucho el primer disco, “El mundo interior de los planetas” recomiendo el tema homónimo y la hermosa versión de “Adiós Nonino”, ambos sonaron en Araucanía ese viernes y me remontaron al momento que lo escuché por primera vez. Aproveché que tenía a la venta el último (“Tributo a Bach”) donde despliega las posibilidades del instrumento a la música clásica, aquí van dos ejemplos: “BWV 1043 Largo" y “Suite No.3 BWV1068 (Air)”.

Tuvo una linda comunicación con el público. Agradecido por el “atrevimiento” nuestro de ir a ver a un músico desconocido con un instrumento desconocido. Pequeña y simpática modestia que en realidad quiere decir que, si bien en el ambiente musical definitivamente sí es conocido, no ha llegado al gran público, ni creo que pretenda hacerlo a costa de dejar de experimentar. El camino es al revés, hay que acercarse hacia él, quien está en plena difusión de lo que produce. Recomiendo visitar su sitio donde hay un montón de información, música, videos, entrevistas, una gran cantidad de material que evidencia que Guillermo está abocado a difundir su música y el stick en contraposición a tanta histeria de “propiedad intelectual” con que otros colegas se aferran para amarretear lo que fue creado para dar a conocer.

Haciendo uso de las posibilidades que da Bariloche (en su versión “pueblo chico”), aproveché que pude acercarme, pedirle que me dedique el disco, saludarlo, felicitarlo y decirle, cual cholulo de cuarta, que lo había ido a ver hace diez años a un sucucho de la calle Ayacucho. Recuerdo que fuimos con mi amigo Ariel y creo que Los Gauchos Alemanes amenizaron la espera, tocando entre la gente. Curioso que ahora yo vivo en Bariloche, mi amigo Ariel en Canadá y Guillermo en Barcelona… todo diez años después. Espero poder verlo de nuevo en menos tiempo.

Retomando el comienzo de la nota, hubo una inteligente movida en aprovechar la producción del festival de jazz en El Bolsón para traer los músicos aquí también. Lo cual suena lógico pero no es sencillo organizarlo. Doble mérito para un grupo de gente que está haciendo una movida muy piola por acá, al margen de los estados municipal y provincial, de los que esperaría más actividad en este sentido.