La batalla cultural en el kiosko de mi barrio
Ayer fui a probar suerte al kiosko de mi barrio para ver si conseguía el Página 12 que trato de comprar todos los domingos. Digo "probar suerte" y "trato" porque hay mucho de eso. Entre la ceniza, los problemas operativos de Aerolíneas y la afluencia de turistas, es una lotería conseguir el diario en Bariloche. Hay veces que a las dos de la tarde es temprano para conseguirlo, hay veces que a las cuatro ya no queda nada, ese es el promedio de posibilidades. Hubo muchas veces que nunca llegó y, como ayer, también es posible ir a las dos y que no quede nada.
Esta vez lo llamativo fue que había sendas pilas de Clarín (que ahora además imprime una versión más pequeña en forma local disponible a primera hora) y La Nación.
-¿El Página no te llegó todavía?- le pregunto a la vendedora ante el cuadro que observo.
-Sí, llegó y ya se agotó.
-¡Qué raro!
-Muy raro, clientes que habitualmente llevan Nación o Clarín esta vez optaron por el Página.
En ese momento entra otra clienta y también pide el Página 12, suscitando la misma respuesta por parte de la vendedora y mi comentario "Ya somos dos que nos quedaremos con las ganas". La clienta medita un poco, mira los diarios disponibles y dice:
-Me voy a tener que llevar La Nación y no tengo ganas.
-Eso es un cambio muy brusco- le digo yo.
-Sí, es cierto, pero no me queda otra.
Y se va con su Nación bajo el brazo.
Queda claro que no es lo mismo una línea editorial que la otra. No importa cuál sea mejor. A mí me sirve más el Página 12, a otros debería servirles más La Nación, en función de las expectativas (condicionadas socialmente) de cada uno. Hay una selección de notas diferente, el orden de importancia también tiene una notable marca distintiva en uno y otro y, lo más importante, los artículos editoriales y columnas contienen recursos discursivos prácticamente opuestos. Y ni siquera fue que ayer el P12 regalaba película o libro (cual Billiken o Anteojito de adultos)
Entonces me pregunto ¿qué lleva a alguien a elegir uno cuando habitualmente lleva el otro? Será que es una distracción dominguera, pasar las hojas, leer los titulares, tener alguna idea de lo que pasó y a la pila de diarios usados. Porque el que lee habitualmente un editorial de Nación, no puede menos que indignarse ante uno del Página. El que tiene estómago para una columna de Roger Noriega en La Nación no puede tenerlo para una de Vervitsky en Página. Y viceversa (a mí me pasa "viceversa"). Y tampoco te creo que pueda existir tal viraje ideológico, menos en una localidad tan reaccionaria como ésta. ¿Qué leen cuando leen un diario?
Esta vez lo llamativo fue que había sendas pilas de Clarín (que ahora además imprime una versión más pequeña en forma local disponible a primera hora) y La Nación.
-¿El Página no te llegó todavía?- le pregunto a la vendedora ante el cuadro que observo.
-Sí, llegó y ya se agotó.
-¡Qué raro!
-Muy raro, clientes que habitualmente llevan Nación o Clarín esta vez optaron por el Página.
En ese momento entra otra clienta y también pide el Página 12, suscitando la misma respuesta por parte de la vendedora y mi comentario "Ya somos dos que nos quedaremos con las ganas". La clienta medita un poco, mira los diarios disponibles y dice:
-Me voy a tener que llevar La Nación y no tengo ganas.
-Eso es un cambio muy brusco- le digo yo.
-Sí, es cierto, pero no me queda otra.
Y se va con su Nación bajo el brazo.
Queda claro que no es lo mismo una línea editorial que la otra. No importa cuál sea mejor. A mí me sirve más el Página 12, a otros debería servirles más La Nación, en función de las expectativas (condicionadas socialmente) de cada uno. Hay una selección de notas diferente, el orden de importancia también tiene una notable marca distintiva en uno y otro y, lo más importante, los artículos editoriales y columnas contienen recursos discursivos prácticamente opuestos. Y ni siquera fue que ayer el P12 regalaba película o libro (cual Billiken o Anteojito de adultos)
Entonces me pregunto ¿qué lleva a alguien a elegir uno cuando habitualmente lleva el otro? Será que es una distracción dominguera, pasar las hojas, leer los titulares, tener alguna idea de lo que pasó y a la pila de diarios usados. Porque el que lee habitualmente un editorial de Nación, no puede menos que indignarse ante uno del Página. El que tiene estómago para una columna de Roger Noriega en La Nación no puede tenerlo para una de Vervitsky en Página. Y viceversa (a mí me pasa "viceversa"). Y tampoco te creo que pueda existir tal viraje ideológico, menos en una localidad tan reaccionaria como ésta. ¿Qué leen cuando leen un diario?
5 Comentarios:
¿Y si le reserva el Página a la amiga quiosquera?
Así cuando usted llega, se lo guardan
Reservar el diaro es ideológicamente incompatible con el lector de página 12.
Yo no me animo a sugerir abandonar la lectura en papel porque trabajo en la industria gráfica, pero puede que sea la respuesta.
La nación tiene una revista de cultura más o menos piola.
Claro, Bayer no hace las contratapas. Las hace gaturro.
De todos modos leo más este blog que cualquier diario.
¿Qué se lee cuando se lee un diario? Vaya uno a saber.
En general cuando uno lee varios diarios tiene la sensación de asistir a un circo donde cada uno juega un rol predeterminado, específico dentro de una brecha del mercado, ejerciendo uno el papel del que no se da cuenta de nada, o del que finge no darse cuenta.
En lo particular, prescindo del sensual papel y su olor a tinta, pues las versiones digitales de los diarios, a un costo mínimo, están disponibles en la pantalla de una computadora.
Después de la Conferencia de Prensa de Cristina Fernández, por otro lado, no quedan muchas ganas de invertir tiempo en medios periodísticos de Buenos Aires.
Yo creo que no esta mal leer tambien un poco de lo que piensa el que esta opuesto ideologicamente a lo que nosotros pensamos.
Esto nos ayuda a tener una mayor vision de la realidad y no quedarnos solamente con lo que nos conforma.
Se entiende que a nivel de la compra de un diario en papel, el bolsillo pesa, pero el que tiene la oportunidad de acceder a internet, lo mejor es escuchar todas las campanas
anónimo 1: Se trata de mi estructura desestructurante. De hecho habitualmente los clientes llaman por teléfono para averiguar si el diario llegó y que le guarde el número. Ya soy demasiado estructurado como para prever eso también. Entonces voy, camino dos cuadras y vivo la aventura de ver si lo consigo o no. Es parte de mi terapia aprender a superar la pérdida de un Página 12.
marcos: Coincidimos, y me quedo con tu cumplido.
JPM: Es cierto lo que decís, pero sigo prefiriendo la lectura en papel.
anónimo 2: Conocer los recursos discursivos de las otras partes es muy útil, totalmente cierto. Tengo algunas dificultades para sumergirme en el discurso de la derecha y después lleno el blog de comentarios indignados sobre lo que leí.
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