viernes, febrero 13, 2009

Temer y temblar

Leer a Kierkegaard no es fácil, menos aún acompañado por un bebé que demanda más atención que un profesor de filosofía. De su famosa obra Temor y Temblor mucho se ha dicho, escrito y estudiado. Pero de mi lectura poco profunda y sin guía me he encontrado con una línea de interpretación que no he visto en otros comentarios (al menos lo poco que pude rastrear vía internet).

Esta interpretación sería que el texto marca un hito fundamental en la constitución del individuo y por tanto, del concepto de igualdad. Este hito está ubicado dentro de su estudio del capítulo 22 del Génesis,donde Abraham debe cumplir con el mandato divino de sacrificar a su hijo Isaac, que de eso se trata la obra. Una obra que habla de la fe (que la admira) desde una mente ya estructurada en el punto de vista de la razón. Por eso el temor y el temblor.

La paradoja de la fe a la que es arrojado Abraham ubica al Individuo por encima de "lo general", queda así reglado como superior por medio del mecanismo paradójico de la resignación infinita (es el único modo de alcanzar la fe verdadera). La fe exime al Individuo de rendir cuentas ante lo general sino solo ante Dios, que lo interpela directamente. Abraham no puede decirle a nadie qué es lo que va a hacer, en eso radica su tragedia, ni siquiera a su propio hijo cuando le pregunta dónde estaba el cordero para el sacrificio. A diferencia del héroe griego, que puede explicitarse porque él se sacrifica (o sacrifica a otro, como en el caso de Ifigenia) en virtud de la moral general, no hay paradoja en esa acción.

El Individuo queda así solo frente a Dios, quien lo escinde de lo general interpelándolo directamente. Luego, esa interpelación directa nos separa y nos iguala. Este proceso de individuación e igualación es fundamental para comprender como la humanidad se sumerge finalmente en la modernidad. Sin la idea de individuos iguales no hay Revolución Burguesa, sin iguales equivalentes no hay la posibilidad de pensar el valor de las cosas (en su valor de cambio), ni, por supuesto, en el concepto de mercancía.

3 Comentarios:

Blogger Marcos espetó...

¿Este es el episodio que termina con la primera circuncisión? De ser así la resignación infinita nos hizo individuos... Pero nos igualó en valor a un prepucio -al menos a la hora de los sacrificios.

16/2/09 00:22  
Blogger MaxD espetó...

No sabría decirle. Pero el valor del prepucio (o de cortárselo) sin duda pasa por pertenecer, por llevar la marca. Luego los cristianos, por lógica necesidad a la hora de pasar desapercibidos cuando fuera imperioso, lo simplificaron con una marca de agua bendita. Allí, las acciones y los objetos concretos se iban conceptualizando y metiéndose en las conciencias, para quedar fijadas de forma imborrable.

17/2/09 10:15  
Anonymous Anónimo espetó...

Genial análisis pensar que el gérmen del individualismo esté ahí adentro, en las mismísimas escrituras.
Qué hago leyendo esto un viernes a la tarde? Se me va a quemar la mollera!

20/2/09 19:27  

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