Debo estar equivocado
Soy un tipo bastante estructurado en lo personal, considero que hay cosas que están bien y cosas que están mal. Tengo cierta incapacidad para aceptar los grises en las relaciones interpersonales, no más allá de alguna tonalidad bien clara o bien oscura (digamos hasta un 10% y desde un 90% en una escala blanco y negro), es decir un margen de error aceptable dados los condicionamientos subjetivos de las partes. Por eso me salen bien algunas de las cosas que hago (planos, planillas y cálculos, por decir algo de lo laboral, Metodologías y Demografía por decir algunas materias de la facultad) y otras me salen como el culo (callarme cuando es conveniente callarse, lidiar con grupos de trabajo de dispar interés y compromiso, orientar mis respuestas hacia lo que el interlocutor desea escuchar, etc. y en la facultad Historia Social Moderna y Contemporánea y Teorías Sociológicas del Estado me costaron un huevo).
Mi ejemplo de hoy iba a ser un "malentendido" entre una conocida y una amiga entre las cuales intermedié (niños, nunca intenten esto en sus casas) para lograr un acuerdo conveniente para ambas partes (es un lío en el que me meto sobre todo en honor a Cecilia que siempre está pensando en solucionarle la vida a todo el mundo, es una de las cosas que la hacen tan maravillosa). Había $$$ involucrados, entenderán lo delicado del asunto dado el obvio fetichismo que esconden esos signos. Afortunadamente la mufa me duró solo unas horas hasta que la parte beneficiada detectó (ella solita) la posible diferencia y todo se encamina ahora hacia un final feliz. No obstante la diferencia de la que estamos hablando es realmente poca, ya este hecho se salía de mi margen de error aceptable.
Curiosamente, muchas de las personas que se manejan con grises más laxos en su vida personal, su mundo privado, sus relaciones directas con otras personas e instituciones, justificándose en condicionamientos subjetivos y objetivos, no los toleran en el campo de lo público. Te jaquean diciendo "ese funcionario hizo mal las cosas", "esto está mal, entonces 'los políticos' son todos unos inútiles", "ese es su trabajo y lo tienen que hacer bien", etc.
Sobre las tonalidades de claroscuros yo considero lo opuesto a lo que me ocurre en lo personal para el campo de la política. En muchos casos discutir si algo está bien o mal es un camino equivocado. El terreno de la política es ese extenso territorio de los grises entre el 10% y el 90% que escapa a lo que yo considero como acuerdos posibles entre dos personas donde es mucho más sencillo detectar lo que está bien o mal. Allí se dirimen las diferencias y el final feliz es aquel en que todos salen conformes y disconformes a la vez. Todos se van con las manos medio llenas y medio vacías. Eso es lo mágico de la política, ahí se consigue el "interés común". Más aún, incluso lo que es blanco para unos, es negro para otros y viceversa... por lo que siempre el gris es mejor opción. Cuando algo queda demasiado claro o demasiado oscuro, es para sospechar. Por dar un ejemplo arquetípico: el asunto del conflicto con "el campo". Está clarísimo que los representantes de la mesa de enlace van por todo. Siempre salen de las negociaciones con algo en las manos y van derecho a los micrófonos a pedir más (todo), así van minando la capacidad de la política de acercar posiciones. No están interesados en la política más allá de un provisional instrumento para conseguir algo de todo lo que pretenden. No hay "interés común" que valga. En definitiva se pone en cuestión (y se busca desgastar hasta borrarla) la soberanía de un gobierno popular y sus instituciones para lograr la consecución de sus intereses sectoriales (no solo económicos, sino también político-ideológicos, aunque lo quieran negar) sin importar cuánto afectan al "interés común".
El momento bisagra brindado por la caída de la 125 ofrece una lupa sobre el ejemplo. Se llegó a un punto en que, paradójicamente, no había grises: había que decir "sí o no" a una reglamentación acordada entre varias partes (propuesta por el gobierno y modificada por todo el resto), es decir la tonalidad del gris más intermedio en ese momento. Y a varios progres nos quedó el sabor amargo de la pintura negra de algunos de nuestros representantes. Era el momento de decir sí a un gris que, visto en perspectiva, iba a ser beneficioso para todos y como plus el super poroto de resolver el conflicto político más complejo post-83 por vía deliberativa. Esos votos probablemente no hubieran mellado en el decisivo "no-positivo" que mandó al tacho todo el esfuerzo pero algo hubieran sumado y no nos hubieran dejado a varios de los progres que los votamos sin representación.
Mi ejemplo de hoy iba a ser un "malentendido" entre una conocida y una amiga entre las cuales intermedié (niños, nunca intenten esto en sus casas) para lograr un acuerdo conveniente para ambas partes (es un lío en el que me meto sobre todo en honor a Cecilia que siempre está pensando en solucionarle la vida a todo el mundo, es una de las cosas que la hacen tan maravillosa). Había $$$ involucrados, entenderán lo delicado del asunto dado el obvio fetichismo que esconden esos signos. Afortunadamente la mufa me duró solo unas horas hasta que la parte beneficiada detectó (ella solita) la posible diferencia y todo se encamina ahora hacia un final feliz. No obstante la diferencia de la que estamos hablando es realmente poca, ya este hecho se salía de mi margen de error aceptable.
Curiosamente, muchas de las personas que se manejan con grises más laxos en su vida personal, su mundo privado, sus relaciones directas con otras personas e instituciones, justificándose en condicionamientos subjetivos y objetivos, no los toleran en el campo de lo público. Te jaquean diciendo "ese funcionario hizo mal las cosas", "esto está mal, entonces 'los políticos' son todos unos inútiles", "ese es su trabajo y lo tienen que hacer bien", etc.
Sobre las tonalidades de claroscuros yo considero lo opuesto a lo que me ocurre en lo personal para el campo de la política. En muchos casos discutir si algo está bien o mal es un camino equivocado. El terreno de la política es ese extenso territorio de los grises entre el 10% y el 90% que escapa a lo que yo considero como acuerdos posibles entre dos personas donde es mucho más sencillo detectar lo que está bien o mal. Allí se dirimen las diferencias y el final feliz es aquel en que todos salen conformes y disconformes a la vez. Todos se van con las manos medio llenas y medio vacías. Eso es lo mágico de la política, ahí se consigue el "interés común". Más aún, incluso lo que es blanco para unos, es negro para otros y viceversa... por lo que siempre el gris es mejor opción. Cuando algo queda demasiado claro o demasiado oscuro, es para sospechar. Por dar un ejemplo arquetípico: el asunto del conflicto con "el campo". Está clarísimo que los representantes de la mesa de enlace van por todo. Siempre salen de las negociaciones con algo en las manos y van derecho a los micrófonos a pedir más (todo), así van minando la capacidad de la política de acercar posiciones. No están interesados en la política más allá de un provisional instrumento para conseguir algo de todo lo que pretenden. No hay "interés común" que valga. En definitiva se pone en cuestión (y se busca desgastar hasta borrarla) la soberanía de un gobierno popular y sus instituciones para lograr la consecución de sus intereses sectoriales (no solo económicos, sino también político-ideológicos, aunque lo quieran negar) sin importar cuánto afectan al "interés común".
El momento bisagra brindado por la caída de la 125 ofrece una lupa sobre el ejemplo. Se llegó a un punto en que, paradójicamente, no había grises: había que decir "sí o no" a una reglamentación acordada entre varias partes (propuesta por el gobierno y modificada por todo el resto), es decir la tonalidad del gris más intermedio en ese momento. Y a varios progres nos quedó el sabor amargo de la pintura negra de algunos de nuestros representantes. Era el momento de decir sí a un gris que, visto en perspectiva, iba a ser beneficioso para todos y como plus el super poroto de resolver el conflicto político más complejo post-83 por vía deliberativa. Esos votos probablemente no hubieran mellado en el decisivo "no-positivo" que mandó al tacho todo el esfuerzo pero algo hubieran sumado y no nos hubieran dejado a varios de los progres que los votamos sin representación.
2 Comentarios:
El problema de plantear la solución de un conflicto en términos de tonalidades intermedias es que muchas veces, alguna de las partes siente, sobre todo, que ha perdido algo y no puede ver lo que ha ganado.
Lo mas productivo es lo que se llama "agrandar la torta": agregar elementos haciendo la discusión algo mas amplia: Ofrecer y pdir cosas que no estaban en discusión al principio.
Por ejemplo: " ¿Qué te parece que te baje las cargas sociales y ponés en blanco a los peones mientras seguimos viendo lo da las retenciones?"
¿Más grande la torta? No quisiera ver las velitas....
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