Los signos mapuches
Acabo de terminar de leer un libro muy interesante escrito, publicado y regalado por un amigo heredado de mi viejo (así es, cuando mi viejo se fue no solo me dejó una casa repleta de esculturas, dibujos, pinturas y todo tipo de trastos que puedan imaginarse de un artista sesentista/setentista, dos madres, un debido respeto por El General, recuerdos muy queridos y un gran vacío, sino también algunas amistades que yo no sabría cultivar): Simbología Mapuche en territorio tehuelche, el cual me resultó interesante en varios aspectos.
Uno de ellos fue que me ayudó en parte a cuestionar lo que vendría a ser el segundo relato de justificación del exterminio mapuche. Me explico, la generación del 80 justificó tal exterminio en función del avance de la civilización contra la barbarie, entendida esta última por seres que poco y nada tendrían que ver con la especie humana. Podríamos comprenderlo antropológicamente con cierto relativismo cultural. Pero ahora que sabemos que todos pertenecemos a la misma especie, algunos (muchos) condenan tal exterminio y concentran sus broncas más que nada en Roca (nuestro villano #1 de la historia argentina) por motivos diversos. Como respuesta a esto, el nuevo relato dice, sintetizando el anterior "sí, bueno, pero los mapuches eran extremadamente violentos y agresivos, vinieron de Chile (aunque tal frontera todavía no existía) y liquidaron a los tehuelches, que eran mansitos, trabajadores y hacendosos. Entonces, que Roca les pasara el trapo, fue cuanto menos un acto de justicia". Esto no solo implica una acusación equivalente a genocidio hacia los mapuches sino también insulta la memoria del pueblo tehuelche y por último simplifica la historia con el único fin de justificar el modo en que el Estado Argentino se constituyó como tal, con sangre y fuego de propios y ajenos.
Los mapuches se vieron obligados a cruzar la cordillera al sufrir la presión de los incas que avanzaban desde el norte de Chile, junto con la posterior presencia de los españoles. Los tehuelches, que vivieron hasta entonces cómodamente aislados de otras comunidades, quedaron entonces encerrados entre los mapuches y los españoles que avanzaban desde el este, esto los obligó a cambiar sus costumbres, territorios y forma de relacionarse con los otros grupos. Algunos resistieron su aislamiento un tiempo pero otros debieron mezclarse quedando involucrados en medio de guerras, tráfico de ganado y conflictos políticos. Es decir que si bien hubo una lucha entre pueblos por el dominio (ahora escaso) del territorio, lo que predominó fue un proceso de "hibridación" cultural, más conocido como araucanización. No obstante también se debería hablar de tehuelchización de la cultura mapuche original dada la evidencia de la persistencia de varias de estas características dentro de los grupos de la región. A lo largo del texto, donde se escrutan los diseños de la simbología mapuche, se da cuenta de la incorporación de simbología tehuelche. Hay aquí entonces una gran diferencia cualitativa con lo que fue la toma de posesión de estos territorios por parte del criollo, que arrasó con toda presencia indígena (tanto mapuche como tehuelche) y genera así su proceso (local) de acumulación originaria, donde el capital no deja espacio territorial ni cultural para nadie más que para sí mismo.
Lo que me lleva al segundo aspecto interesante decubierto en este texto, esto es, el cambio en las concepciones de valor a partir de la presencia del hombre blanco. Las "cosas" van perdiendo su valor simbólico, social y religioso/espiritual original (en realidad se van transformando en uno nuevo), van escondiendo su valor de uso y surge con fuerza el valor de cambio como propiedad inherente a la "cosa". Por ejemplo la platería que anteriormente tenía un valor místico/religioso pasó a ser un artículo de lujo que representaba el poder político económico de quien lo portaba. El valor místico de la plata estaba relacionado con el color que podía producir por reflexión, estos destellos representaban el ayon, el color de más alta valoración cósmica.
Otra curiosidad que me encontré es acerca del mito de origen mapuche. Se dice que hubo dos serpientes: Caicavilu, la mala y su opuesta Chrenchren, la buena, quien elevó la altura de un monte donde pudiera refugiarse la humanidad de la subida de aguas provocada por la primera. Solo unos pocos se salvaron, de ellos descienden los mapuches. El resto fueron transformados en peces. Por supuesto hace ruido al arca de Noé y va a cuenta de las similitudes de los mitos de origen de todos los pueblos de la humanidad, como bien da cuenta George Frazer en su inmenso ladrillo La rama dorada.
Capítulo aparte merecen La Historia del Poncho y la concepción de la historia del pueblo tehuelche (con grandes potencialidades literarias), eso vendrá después.
Uno de ellos fue que me ayudó en parte a cuestionar lo que vendría a ser el segundo relato de justificación del exterminio mapuche. Me explico, la generación del 80 justificó tal exterminio en función del avance de la civilización contra la barbarie, entendida esta última por seres que poco y nada tendrían que ver con la especie humana. Podríamos comprenderlo antropológicamente con cierto relativismo cultural. Pero ahora que sabemos que todos pertenecemos a la misma especie, algunos (muchos) condenan tal exterminio y concentran sus broncas más que nada en Roca (nuestro villano #1 de la historia argentina) por motivos diversos. Como respuesta a esto, el nuevo relato dice, sintetizando el anterior "sí, bueno, pero los mapuches eran extremadamente violentos y agresivos, vinieron de Chile (aunque tal frontera todavía no existía) y liquidaron a los tehuelches, que eran mansitos, trabajadores y hacendosos. Entonces, que Roca les pasara el trapo, fue cuanto menos un acto de justicia". Esto no solo implica una acusación equivalente a genocidio hacia los mapuches sino también insulta la memoria del pueblo tehuelche y por último simplifica la historia con el único fin de justificar el modo en que el Estado Argentino se constituyó como tal, con sangre y fuego de propios y ajenos.
Los mapuches se vieron obligados a cruzar la cordillera al sufrir la presión de los incas que avanzaban desde el norte de Chile, junto con la posterior presencia de los españoles. Los tehuelches, que vivieron hasta entonces cómodamente aislados de otras comunidades, quedaron entonces encerrados entre los mapuches y los españoles que avanzaban desde el este, esto los obligó a cambiar sus costumbres, territorios y forma de relacionarse con los otros grupos. Algunos resistieron su aislamiento un tiempo pero otros debieron mezclarse quedando involucrados en medio de guerras, tráfico de ganado y conflictos políticos. Es decir que si bien hubo una lucha entre pueblos por el dominio (ahora escaso) del territorio, lo que predominó fue un proceso de "hibridación" cultural, más conocido como araucanización. No obstante también se debería hablar de tehuelchización de la cultura mapuche original dada la evidencia de la persistencia de varias de estas características dentro de los grupos de la región. A lo largo del texto, donde se escrutan los diseños de la simbología mapuche, se da cuenta de la incorporación de simbología tehuelche. Hay aquí entonces una gran diferencia cualitativa con lo que fue la toma de posesión de estos territorios por parte del criollo, que arrasó con toda presencia indígena (tanto mapuche como tehuelche) y genera así su proceso (local) de acumulación originaria, donde el capital no deja espacio territorial ni cultural para nadie más que para sí mismo.
Lo que me lleva al segundo aspecto interesante decubierto en este texto, esto es, el cambio en las concepciones de valor a partir de la presencia del hombre blanco. Las "cosas" van perdiendo su valor simbólico, social y religioso/espiritual original (en realidad se van transformando en uno nuevo), van escondiendo su valor de uso y surge con fuerza el valor de cambio como propiedad inherente a la "cosa". Por ejemplo la platería que anteriormente tenía un valor místico/religioso pasó a ser un artículo de lujo que representaba el poder político económico de quien lo portaba. El valor místico de la plata estaba relacionado con el color que podía producir por reflexión, estos destellos representaban el ayon, el color de más alta valoración cósmica.
Otra curiosidad que me encontré es acerca del mito de origen mapuche. Se dice que hubo dos serpientes: Caicavilu, la mala y su opuesta Chrenchren, la buena, quien elevó la altura de un monte donde pudiera refugiarse la humanidad de la subida de aguas provocada por la primera. Solo unos pocos se salvaron, de ellos descienden los mapuches. El resto fueron transformados en peces. Por supuesto hace ruido al arca de Noé y va a cuenta de las similitudes de los mitos de origen de todos los pueblos de la humanidad, como bien da cuenta George Frazer en su inmenso ladrillo La rama dorada.
Capítulo aparte merecen La Historia del Poncho y la concepción de la historia del pueblo tehuelche (con grandes potencialidades literarias), eso vendrá después.
2 Comentarios:
Perdón por el off topic, pero no puedo dejar de pensar en eso de que te dejó dos madres.
Tu padre definitivamente era especial.
Psé, mi viejo pensaba más en sus esculturas que en las consecuencias de proveerme doble maternidad. Tal vez ese haya sido su punto más débil. Para el resto, una masa!
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