Otra buena noticia

Todavía no pude encontrar el curro, pero otra cosa buena ha ocurrido.

Allá por diciembre mi cuñado Cattel me invitó a escribir en Revista Axolotl, me pidió que prepare una nota como para presentarla y que la evalúen.

Me puse muy feliz, casi como que me babeaba pensando que alguien (que no sea yo, claro) pudiera estar interesado en publicar algo que escribí. Como que pasara Enzo Franscescoli por la esquina de casa y al verme pisar la redonda me diga, ¿Por qué no venís a probarte a River? (Es cierto que Revista Axolotl no debe ser tan famoso y lucrativo como el club de Núñez, pero prefiero escribir en Revista Axolotl que en Revista Gente. Tampoco me consta que mi cuñado Cattel sea tal buen jugador como el uruguayo. Pensé en hacer la analogía con Arsenal de Sarandí, pero puede que las cosas cambien y se vaya al descenso y lo que quiso ser un cumplido termine siendo un collar de adoquines … para mí.)

Estuve rumiando ideas por un par de meses y me decidí a empezar a escribir dos semanas antes del cierre, claro. Muy sobre la hora le mandé a Cattel el escrito y, junto con otros dos editores de la revista, me lo hicieron papilla, haciendo que mi autoestima se derrumbe hasta el piso. Bueno, no tanto, hubo varias críticas y pensé que quedaba afuera, pero finalmente ajustamos un poco algunas tuercas y el texto salió andando mucho mejor. Es decir que las críticas me sirvieron, de hecho quedé más conforme con el resultado final que con la propuesta inicial.

Fue una experiencia de cierre interesante. Imagino que los cierres de revistas habitualmente son mucho más estresantes que este que me tocó vivir a mí, pero pareció como una muestra. Me pidieron alguna cita o referencia un poco más literaria (porque de literatura se trata la revista) a mi artículo, que iba más para el lado del ensayo. Lo lindo fue pararse frente a la biblioteca como pidiéndole a un libro que se asome y me ayude. Saqué dos o tres que podían funcionar pero no me convencía mucho a mí ni creía que los convenciera mucho a ellos, así que salió Hermann Hesse a salvarme las papas como nunca, y no podía ser de otra manera.

Sin más vueltas, la nota que me publicaron es Inquietudes. Pero tampoco dejen de leer la columna de Cattel, que sí sabe escribir.