Respuesta al Sacrificio de Oportunidades
Esta mañana leí este escrito de Juan Pablo Melizza en Maldivas que me impactó, así que empecé a elaborar un cometario, pero creció tanto que creo ya merece ser publicado:
Juan Pablo,
Tu texto es contundente, urticante y, como siempre, de impecable escritura.
Adhiero plenamente a la actitud "desconectar el teléfono", poder salirse de esa tendencia a la plena disponibilidad para ser interrumpido por cualquier tema (el celular es el paroxismo de esto). Es un costo que hay que asumir para lograr centrarse en la tarea literaria. Esto es, tomársela en serio, aunque no se pueda comer con ella. Esto es, un sacrificio que cuenta para tu haber (y para quienes te leemos). Cada palabra escrita, queda escrita, y nadie la borrará. Cada palabra escrita es una palabra pensada y elaborada, tiempo que se resta para otras facetas vitales: trabajo, dormir, comer, familia, salud, esparcimiento, etc; pequeños terrenos ganados al mar de lo cotidiano, rincones de producción artística e intelectual, la más elevada de las actividades humanas.
Yo también ando por el rango de edades que mencionás en el texto y por momentos me inunda una angustia por no poder satisfacer plenamente esta necesidad de leer todo lo que hay que leer y de escribir todo lo que hay que escribir.
Me corro del gremio de los escritores (no tengo el piné ni la valentía suficiente para proponerme serlo, al menos por ahora), pero siento plenamente propio este vacío que hay en la producción y difusión de cultura (al menos a nivel local).
Tus relatos quedan como testimonios fieles a una visión de lo que ocurre a nuestro alrededor, hitos de una historia presente que se está generando. Como lector (y en el mismo acto de lectura) las creo necesarias, mejor dicho vitales, para contribuir a la producción de un pensamiento propio y actual. De alguna manera me apropio de tus escritos como espero que otros se apropien de los míos, que les generen cataclismos internos, que les resten tiempo para otras actividades pero que les sumen cuestionamientos, vivencias, pensamientos, críticas, sensaciones, emociones, alegrías, risas, reacciones, etc.
A propósito del trágico asesinato de un docente en la vecina provincia, hecho al que te remitís, justamente por la ausencia de elaboración por parte del ámbito literario local, me permito agregar que no leí o escuché mención alguna a un antecedente que tiene esta ciudad, el de Marina Schifrin, caso emblema de la judicialización de la protesta social, condenada por protestar. Solo leí la referencia en un diario de circulación nacional. Silencio por aquí.
En cuanto al vacío en la literatura profesional de la zona, te sigo en eso. No recuerdo haber visto anuncios de presentaciones de producciones literarias que relaten, que elaboren, que digieran lo que pasa por aquí, más allá de algún libro sobre plantas comestibles, necesario por cierto, aunque la complejización de la realidad humana amerita también una producción de una literatura afín. Y me refiero a ir más allá de la queja por el bache o la seguridad del turista, más allá del ombligo de quien viene a estas tierras a disfrutar de la belleza natural. A poder realizar una “lectura profunda” del entorno humano y social, y a elaborarla en una literatura, en camino a construir una identidad cultural poco más que contemplativa del lago y las montañas.
Juan Pablo,
Tu texto es contundente, urticante y, como siempre, de impecable escritura.
Adhiero plenamente a la actitud "desconectar el teléfono", poder salirse de esa tendencia a la plena disponibilidad para ser interrumpido por cualquier tema (el celular es el paroxismo de esto). Es un costo que hay que asumir para lograr centrarse en la tarea literaria. Esto es, tomársela en serio, aunque no se pueda comer con ella. Esto es, un sacrificio que cuenta para tu haber (y para quienes te leemos). Cada palabra escrita, queda escrita, y nadie la borrará. Cada palabra escrita es una palabra pensada y elaborada, tiempo que se resta para otras facetas vitales: trabajo, dormir, comer, familia, salud, esparcimiento, etc; pequeños terrenos ganados al mar de lo cotidiano, rincones de producción artística e intelectual, la más elevada de las actividades humanas.
Yo también ando por el rango de edades que mencionás en el texto y por momentos me inunda una angustia por no poder satisfacer plenamente esta necesidad de leer todo lo que hay que leer y de escribir todo lo que hay que escribir.
Me corro del gremio de los escritores (no tengo el piné ni la valentía suficiente para proponerme serlo, al menos por ahora), pero siento plenamente propio este vacío que hay en la producción y difusión de cultura (al menos a nivel local).
Tus relatos quedan como testimonios fieles a una visión de lo que ocurre a nuestro alrededor, hitos de una historia presente que se está generando. Como lector (y en el mismo acto de lectura) las creo necesarias, mejor dicho vitales, para contribuir a la producción de un pensamiento propio y actual. De alguna manera me apropio de tus escritos como espero que otros se apropien de los míos, que les generen cataclismos internos, que les resten tiempo para otras actividades pero que les sumen cuestionamientos, vivencias, pensamientos, críticas, sensaciones, emociones, alegrías, risas, reacciones, etc.
A propósito del trágico asesinato de un docente en la vecina provincia, hecho al que te remitís, justamente por la ausencia de elaboración por parte del ámbito literario local, me permito agregar que no leí o escuché mención alguna a un antecedente que tiene esta ciudad, el de Marina Schifrin, caso emblema de la judicialización de la protesta social, condenada por protestar. Solo leí la referencia en un diario de circulación nacional. Silencio por aquí.
En cuanto al vacío en la literatura profesional de la zona, te sigo en eso. No recuerdo haber visto anuncios de presentaciones de producciones literarias que relaten, que elaboren, que digieran lo que pasa por aquí, más allá de algún libro sobre plantas comestibles, necesario por cierto, aunque la complejización de la realidad humana amerita también una producción de una literatura afín. Y me refiero a ir más allá de la queja por el bache o la seguridad del turista, más allá del ombligo de quien viene a estas tierras a disfrutar de la belleza natural. A poder realizar una “lectura profunda” del entorno humano y social, y a elaborarla en una literatura, en camino a construir una identidad cultural poco más que contemplativa del lago y las montañas.
2 Comentarios:
guau, no sabe uno que decir cuaqndo un escrito pensado quizás para nadie, de pronto llega, y espro que sirva, nada más y gracias
Claro que sirve.
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