¿Seré muy grosso?

Hace unos meses me pregunté si sería lo suficientemente grosso como para correr una carrera de montaña de 20km. Luego probé que sí. Ahora me volví completamente loco y salté varios niveles para intentar correr una carrera a la que en todos estos años solo miraba de lejos en los afiches. Es una competencia que recorre los cuatro refugios de montaña más famosos durante dos días.


Desde fin de año me lo tomé en serio y acumulé unos 160 km de montaña en desniveles de casi 20.000 mts. durante casi 60 hs. de patear. Así que estoy más o menos preparado dentro de mis limitaciones. Mi objetivo será caer entre el 50% y 75% de los competidores de la clasificación general: esa que suma jóvenes con viejos, hombres y mujeres (que hay cada una que corre que andá a alcanzarla), individuales con equipos, niños, embarazadas y gente en muletas. Esta laxitud me la permito con la impunidad de un entusiasmo amateur. Es resumen la idea es tratar de llegar y no último dando lástima.

El recorrido del año pasado, pero que en mi categoría será el mismo este año, es el punteado rojo para el primer día y el punteado amarillo el segundo:


Durante estas incursiones de entrenamiento me volví a preguntar el por qué de todo esto. ¿Por qué no ir simplemente a pasear y disfrutar el paisaje?, que en definitiva es el mejor premio. Y se me cruzó en la mente la serie de ensayos de Susan Sontag: Sobre la fotografía.Si mal no recuerdo, en alguna parte se refería a cómo operaba la fotografía para un turista en el sentido que ante la perplejidad frente a la naturaleza uno no puede hacer otra cosa mejor que disparar y disparar la cámara. En mi caso creo que funciona parecido, para no tener que enfrentarme a esa perplejidad, corro, paso rápido, pienso en el tiempo, los minutos que gano o pierdo. Ya me pasó estar solo en la montaña o en el bosque, y experimenté que algo puede ser bello en algún momento, inquietante en otro e incluso atemorizante. Pasar rápido es una forma de eludir esa perplejidad y de algún modo puede funcionar como terapia de shock para familiarizarme con estas situaciones y luego poder enfrentarlas de otro modo.

En fin, la semana que viene les cuento si fui tan grosso como pensaba.

Sin duda Cecilia auspicia este momento, nuevamente bancándome estas pavadas que se me ocurren, haciendo de soporte logístico indispensable y rejuntándome hinchada por todos lados.