Suelta de oligarcas

Antes de subirme al avión con el que normalmente devuelven los oligarcas porteños de regreso luego de asomarse al paraíso natural que nunca entienden, Cecilia me hizo un comentario raro:

Ojalá te toque alguien piola en el asiento de al lado

Curioso, porque en nuestra larga data de tristes despedidas (heridas cerradas con emotivos reencuentros, por suerte) no recuerdo haber escuchado de ella tal comentario, sobre todo que conoce mi incapacidad de establecer contacto con compañeros ocasionales de viaje, menos aún de un transporte mayormente ocupado por oligarcas. Obviamente, debí haber previsto el mal augurio.

Los dos asientos junto al mío se completaron con una tierna viejecilla de bastón y su hija. El oligarcator saltó de rango durante los siguientes momentos:

• La hija oligarca aprovisionó el bolsillo del asiento de la viejecilla con el siguiente material de lectura: diario La Nación con todo sus suplementos y revista Noticias a la voz de "Estoy ansiosa por leer la nota sobre el monstruo" (Inmediatamente aclaró en voz alta que monstruo=Kirchner, lo cual me completó la imagen gorila del dueto presidencial: "the conchuda & the monstruo")
• La hija oligarca se la pasó protestándole a la viejecilla porque le tiró la Sprite encima cuando se la acercó la azafata. Solo un oligarca es tan resentido con la torpeza de la servidumbre.
• Hija y viejecilla oligarcas se la pasaron admirando sombreros, trajes y joyas de la princesa Máxima según relato de la revista para oligarcas. Solo un oligarca festeja la elegancia en la realeza pero la detesta en las figuras de la democracia (aunque se sepa que la realeza vive de fondos públicos).
• Como todo oligarca, se subieron al avión con equipaje mucho más volumioso que el admitido incluso por el sentido común, ante la sugerencia de la azafata de despacharlo "abajo" la oligarca espetó: "si el estante estuviera completamente vacío, la valija entraría", lo cual suena muy oligarca en un medio de transporte público: La oligarquía necesita todo el espacio para ella, no puede compartirlo con nadie más.