Atentado al sentido común I y II
Hay veces que te hacen algún planteo tan fuera de lugar que te descoloca al punto de dejarte sin reacción. Es como una falla en la matrix del sentido común, algo que ya se sale de las reglas de las buenas costumbres y el buen gusto, se sale al punto de estrellarse contra un paredón. Lamentablemente esto me pasa bastante a menudo con mi madre, quién será el sujeto del caso I. Habitualmente este recurso parece ser usado como una forma enroscada de comprometer al interlocutor a hacer algo que ya se sabe de antemano difícilmente acceda, entonces hay una inmolación de la relación social, a ver si de la confusión del bombazo se puede obtener algo.
Caso I:
Es un arquetipo de los que ejecuta mi madre, experta en este tipo de atentados. Cuando se estaba planificando su visita (a posteriori exitosa) yo trataba de explicarle que esta vez no podía afrontar el gasto de los pasajes (ella viaja solo en avión, ojo) a lo que me respondió muy rápida de reflejos: "¿Y tu empresa no puede pagarme los pasajes para que tu madre pueda ir a ver a su nieto?". Como estoy entrenado le respondí más rápido y firme que "No", luego del cual vinieron una serie de porqueses y mis explicaciones de algo más evidente que la ley de gravedad.
Caso II:
Este lo sufrí esta semana y me agarró desprevenido. Ya mencioné que salimos con un grupete a retozar por ahí a modo de entrenamiento. El grupo es bastante heterogéneo, que está bueno, hay varones, mujeres, jóvenes y mayores. Una de estas últimas (que tiene una forma algo extraña de relacionarse con el grupo) reapareció luego de una larga ausencia y luego de felicitarme por mi desempeño en la carrera de marras, se lanzó con una oferta a hacer equipo para el año que viene, así, en frío y adelante del todo el mundo, de modo que no pueda decir nada más que "bueno" (aunque fuera una de las últimas personas con quién encararía algo en equipo, ya sea deporte, trabajo, vacaciones, etc). Ahora soy el hazmerreir (no hace falta aclarar que todo grupete implica puterío y chusmerío).
PD: Anexo académico.
Caso I:
Es un arquetipo de los que ejecuta mi madre, experta en este tipo de atentados. Cuando se estaba planificando su visita (a posteriori exitosa) yo trataba de explicarle que esta vez no podía afrontar el gasto de los pasajes (ella viaja solo en avión, ojo) a lo que me respondió muy rápida de reflejos: "¿Y tu empresa no puede pagarme los pasajes para que tu madre pueda ir a ver a su nieto?". Como estoy entrenado le respondí más rápido y firme que "No", luego del cual vinieron una serie de porqueses y mis explicaciones de algo más evidente que la ley de gravedad.
Caso II:
Este lo sufrí esta semana y me agarró desprevenido. Ya mencioné que salimos con un grupete a retozar por ahí a modo de entrenamiento. El grupo es bastante heterogéneo, que está bueno, hay varones, mujeres, jóvenes y mayores. Una de estas últimas (que tiene una forma algo extraña de relacionarse con el grupo) reapareció luego de una larga ausencia y luego de felicitarme por mi desempeño en la carrera de marras, se lanzó con una oferta a hacer equipo para el año que viene, así, en frío y adelante del todo el mundo, de modo que no pueda decir nada más que "bueno" (aunque fuera una de las últimas personas con quién encararía algo en equipo, ya sea deporte, trabajo, vacaciones, etc). Ahora soy el hazmerreir (no hace falta aclarar que todo grupete implica puterío y chusmerío).
PD: Anexo académico.
2 Comentarios:
Pasa, mijo, pasa...
Uno con los que conoce tiene ciertos cuidados, sabe con que bueyes aran.
El segundo caso es más complejo, como aclarás, te agarró de sopetón y con un entorno desfarovable, hay que tener mucha cintura para no quedar mal.
Por eso hay que andar con el NO a flor de piel, ante el deseo de los demás primero siempre un NO (si se ponen a indagar el porqué del NO responder con frases del tipo "es muy complejo, no lo entenderías", "no funciono así", "dejame verlo, tenía otra cosa en mente", etc).
Revertir un NO es facil, revertir un SI genera conflictos.
Tenés que leer "El poder de un No positivo" de William Ury, un antropólogo que se dedica a la negociación cooperativa.
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