jueves, abril 12, 2007

Aniquilar la protesta social


Los métodos piqueteros

Estos métodos de protesta (llamados piquetes) nacieron, no casualmente, en la misma provincia de Neuquén, en Cutral-Co, cuando empezaban a sentirse las primeras consecuencias del menemismo neoliberal, allá por 1993. Luego de la etapa de “bonanza económica” gracias a la estabilización de la inflación, empezaron a observarse algunos destellos de protestas sociales, primero y principalmente en las provincias, seguramente porque fueron especialmente afectadas por la descentralización administrativa y la disminución de la ayuda económica al interior. Situación que siguió deteriorándose durante toda la década y se agravó aún más luego de la devaluación, ahora evidentemente está haciendo eclosión. Estas protestas tienen características diferentes a las conocidas anteriormente. Los procesos de desarticulación social y de crisis de las identidades colectivas de los sectores populares, la desorientación de los actores ante el nuevo cuadro social, condicionaron la elección de la forma de expresión. Otro factor importante ha sido la pérdida de peso político del movimiento sindical. El sindicalismo había dejado de ser el interlocutor entre el gobierno y los empresarios, por otra parte el viraje del gobierno de Menem del peronismo tradicional hacia el neoliberalismo los dejó sin presencia en el sistema político y los llevó a adoptar distintas estrategias de adaptación a la nueva realidad (por ejemplo con la creación de AFJP).

Estas nuevas formas de protesta social se pueden resumir en dos grupos principales: estallidos sociales y cortes de ruta. Sus reclamos se orientan principalmente hacia la satisfacción de necesidades básicas, lo cual indicaría un carácter más defensivo que protestas de épocas anteriores. Se expresan en forma puntual, y son menos institucionalizadas y más espontáneas que las formas clásicas. Algunos le llaman Minorías de alta intensidad, y no son exclusivas de nuestro país.

La nueva situación social notablemente mejorada en sus indicadores de desempleo y pobreza desplaza el núcleo de los reclamos, ya no tanto de necesidades básicas como de reclamo de mayor participación en la renta. Efectivamente, se exhiben tasas de crecimiento y montos de recaudación record, pero la distribución del ingreso no mejora, y una importante cantidad de empleos es de baja calidad y se mantiene en el sector informal. Esto es un proceso natural de toda sociedad, lo distintivo en este caso es la falta de canalización institucional de estos reclamos, de forma de llegar a un acuerdo mucho antes que las cosas se desmadren.

Hay que tener en claro esto, algunas luchas sociales han pasado a una fase de reclamo no ya por condiciones de subsistencia, sino de equidad distributiva y de mejora en las condiciones de empleo. Los canales de negociación y de diálogo siguen cerrados (por ejemplo en Santa Cruz sigue vigente la ley de emergencia económica que anula las paritarias), y los métodos de protesta persisten.

La conquista histórica de los docentes luego de una larga lucha (recordar la carpa blanca) resultó en la sanción de la ley de financiamiento educativo (2005), que estableció un piso salarial para todo el país en $700, poco después elevado a $840 (fue la primera vez que los docentes tenían garantizado un haber por encima de la línea de pobreza) y este año llegó a $1040. Esta ley obliga al estado nacional a garantizar ese mínimo para todos los docentes del país. Este aporte no es necesario en el caso de los de Neuquén, que por cierto son de los mejores pagos del país, al igual que los de Santa Cruz. No se trata de una simple cuestión de aumento salarial, sino de una serie de reclamos más complejos donde lo salarial se centra en el hecho de poder incorporar una mayor porción del monto de bolsillo al básico, para lograr acceder, más adelante a una mejor jubilación, entre otras cuestiones. Si no interpreté mal, el gobierno estaba ofertando un básico de $519 sobre un sueldo de bolsillo inicial de $1140, esto es, menos de la mitad del total. Además de esto hay un reclamo por el respeto de las escalas y la incorporación permanente de personal contratado, entre otras cosas. De hecho las negociaciones presentaban mejores avances que en Santa Cruz.

Mártires de la protesta social

Con la trágica muerte del docente Carlos Fuentealba vuelve a mi cabeza una cuestión que me llama poderosamente la atención. Hago memoria, y, confieso, sin ser metodológico, recuerdo otras muertes similares, donde la mayoría de las víctimas son ultimadas por la espalda, o alejados del frente de conflicto en sí, por disparar a mansalva contra la multitud, etc.

Ahora hay organizaciones de piqueteros, movimientos de desempleados, centros culturales o comedores que llevan sus nombres. Y estoy casi seguro que, de poder preguntarles, no hubieran querido nominar a estas organizaciones, no hubieran querido vestir las banderas de las marchas. No se trataba de combatientes, no tenían ninguna intención de terminar así, tenían mucho más para dar a sus familias y amigos, no son muertes heroicas, no fueron abatidos en un enfrentamiento mano a mano, fueron ejecutados.

Fueron trabajadores, vecinos, ciudadanos que resultaron blanco de lo que ciertos integrantes de las fuerzas de seguridad interpretan como represión. Cuando un dirigente político argentino en función pública da la orden de reprimir sabe a qué se atiene, no puede no saberlo, sabe que libera fuerzas que luego no puede controlar (como el aprendiz de mago de Fantasía), sabe que hay una alta probabilidad que esto ocurra.

El gobernador de Neuquén, se entiende, quiso hacer con esto una demostración de fuerza, de esas que prefieren las derechas vernáculas, haciendo gala de la opinión que si se infringe una ley liberal (como ser la de libre tránsito), es de importancia vital hacerla cumplir, desconociendo una compleja jerarquía de otras leyes y valores que están muy por encima del derecho a transitar por una ruta.

Victor Choque (1995)

El 12 de abril de 1995, alrededor de dos mil personas, reclamaban frente a la Jefatura de la Policía de Tierra del Fuego, la libertad de los detenidos en los incidentes del martes , al ser desalojada una fábrica de electrodomésticos. Hubo graves enfrentamientos, los manifestantes tiraron piedras y la policía reprimió con gases y balas de goma. Allí cayó Víctor Choque que se encontraba mirando todo lo que pasaba desde la vereda de su casa en la calle Magallanes, era un obrero de la construcción de 37 años, que recibió un balazo en la cabeza, y murió cuando era trasladado al Hospital Regional. (http://www.cofavi.org.ar)


Teresa Rodríguez (1997)

La madrugada del 12 de abril (otro 12 de abril, no sé qué pasa con este mes) de 1997, durante la protesta en Cutral Co (se reclamaba trabajo genuino o Planes Trabajar), llegó la represión. Pasaron una topadora y varios vehículos para liberar la ruta. Los manifestantes se dispersaron y los focos de enfrentamiento se desplazaron a varios puntos del conglomerado. La gente salía a la calle a solidarizarse con los manifestantes o a ver qué pasaba.


Entre ellos estaba Teresa Rodriguez, una empleada doméstica de 24 años que no había participado de las movilizaciones. Cuando sus vecinos decidieron cortar el puente de entrada a Plaza Huincul, a pocas cuadras de su casa, Teresa decidió ir. Llegó al lugar y se encontró con 20 policías que intentaban despejar a un centenar de manifestantes. Los agentes avanzaban con una línea de escudos y con una retaguardia que marchaba pistola en mano. Gracias a un video casero, más tarde se comprobó que los policias hicieron al menos once disparos. Una de esas balas le quitó la vida a Teresa. (http://www.prensadefrente.org)


Aníbal Verón (2000)

El 10 de noviembre del 2000, Aníbal Verón fue asesinado cuando la policía desalojaba a los manifestantes de la ruta 34, en Gral. Mosconi. Verón protestaba por salarios adeudados a la empresa de transporte Atahualpa, de la que estaba despedido. Junto a él había cientos de excluidos del norte provincial, que reclamaban trabajo genuino. “Uno de los uniformados se quitó el protector que tenía en su casco y con su arma corta apuntó hacia delante y efectuó el disparo” declaraba Luis Gil ante la Justicia, declaración confirmada por el periodista José Piedra que cubrió aquella represión para Radio Nacional de Tartagal, ratificando que el disparo asesino fue realizado por un efectivo de la policía provincial. (Agencia Walsh)


Carlos Santillán y José Oscar Barrios (2001)

El primero de ellos recibió un disparo de bala en la cabeza mientras se encontraba camino al cementerio de la ciudad de General Mosconi, a donde concurría a visitar la tumba de su hija, fallecida tiempo atrás. Respecto del origen del proyectil, el propio vicedirector del hospital de Tartagal (…) expresó que la bala encontrada en la cabeza de Santillán estaba “encamisada”, dando a entender, de acuerdo al análisis periodístico, que se trataba de un disparo de arma de guerra proveniente de la Gendarmería.

José Barrios fue encontrado muerto en la plaza de General Mosconi. Presentaba una
herida de bala a la altura de la cadera, pero la causa de su muerte habría sido un problema respiratorio provocado por los gases lacrimógenos o por aplastamiento
.

Diciembre de 2001

Según reveló la autopsia, Alberto Márquez recibió dos balazos por la espalda.
(…)
El día 18 de enero de 2002 la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Rosario confirmó la prisión preventiva de Esteban Velásquez y Rubén Darío Pérez, agentes policiales miembros del comando radioeléctrico de Arroyo seco. Estos agentes están acusados de homicidio simple, en la investigación de la muerte de Claudio Lepratti, quien recibió un balazo en la nuca durante los incidentes, cuando se encontraba sobre la terraza de una escuela del barrio Las Flores, donde trabajaba como cocinero. (http://www.cels.org.ar)


Agrego un caso de uno que vivió para contarla: Martín Galli tiene alojada una bala policial entre los dos hemisferios del cerebro. La misma entró, por supuesto, por la nuca. Le salvó la vida un militante apodado El Toba que lo asistió, lo metió en un taxi y lo llevó al hospital.

Ese diciembre se llevó en total 31 vidas, de forma bastante similar a estos casos que se relatan aquí.

Maximiliano Kosteki y Darío Santillán (2002)

El 26 de junio de 2002 un conjunto importante de organizaciones piqueteras cortaron el Puente Pueyrredón, una vez iniciado el desalojo del puente, se sucedieron choques con los manifestantes.

Sobre Avenida Yrigoyen, los piqueteros hacían frente al cordón de la policía bonaerense y la Prefectura que avanzaba disparando. Trataban de demorar la embestida para organizar la retirada. Entre ellos estaban Maximiliano Kosteki, Miguel Ángel Paniagua y Leonardo Ferrari, parados a la altura del arco de entrada de Carrefour. Un mismo disparo de nueve perdigones les dio a los tres: para Maxi, la lesión en el pecho fue mortal.

Darío Santillán encontró a Maximiliano agonizando dentro de la estación, intentó darle asistencia cuando ingresaron las fuerzas policiales, quienes ordenaron abandonar el lugar. Darío se resiste, pero termina por retirarse. Una vez traspasada la puerta que da al patio interno de la estación, Darío es fusilado por la espada, a no más de dos metros de distancia. (http://www.masacredeavellaneda.org)


Aniquilar la protesta social

La enumeración de casos fatales y casi fatales (como los de la muestra de arriba) y las formas en que se sucedieron dan cuenta de una cierta regularidad en las prácticas de la represión. No son casos tan aislados, son expresiones extremas de un importante grupo de integrantes del aparato represivo del estado, que, cuando escuchan “reprimir”, interpretan directamente “aniquilar”. No ven ciudadanos en conflicto, ven enemigos. Y lo que choca, lo que repugna, es que, evidentemente no se puede imputar a un accidente o a un exceso. El término gatillo fácil parece remitir a un dispositivo sensible que puede dispararse imprevistamente o con poca decisión, y me resulta demasiado indulgente. Un integrante de las fuerzas de seguridad conoce perfectamente el poder de su arma, es, quizás, lo que mejor conoce de su trabajo, sabe como usarla para disuadir, herir o matar. Entonces, no hay acá una bala perdida, sino un tiro certero, artero, al bulto, a la espalada, a la nuca. Una ejecución a mansalva. Desde el punto de vista de la teoría estratégico-militar (referirse para esto a Von Klausewitz), por supuesto, se trata de “aniquilar” la resistencia, de lograr que el enemigo pierda toda intención de seguir luchando. Este tipo de ejecuciones del débil, del desarmado, del infortunado, de la retaguardia como se dice en la jerga, tienen por objeto quebrar la resistencia con el miedo, debilitar la fuerza moral, aniquilar al enemigo. Con lo que temo a esa palabra

Por supuesto que nos remite a prácticas de hace 30 años, pero no se detiene allí. Siempre recuerdo que David Viñas destaca la importancia desde la literatura de la presencia de la frase de Leopoldo Lugones “Ha sonado una vez más, para bien del mundo, la hora de la espada”, cargando con palabras el golpe de 1930. Vemos que esta tragedia nacional se remota desde bastante tiempo.

Recomiendo, además, este texto de Maldivas.

Actualizo con un interesante enlace a esta nota de María Esperanza en La Barbarie.