viernes, abril 21, 2006

El Casorio

Hace poco más de un mes ocurrió lo siguiente: me casé. Diré que se trató del feliz desenlace de un proceso que llevó un buen tiempo, casi cuatro años de noviazgo. La mayoría de ese tiempo a distancia (ella en Bariloche, yo en Buenos Aires). Muchas cosas han pasado desde entonces, y de un principio estuvo presente la decisión de casarse, previa discusión y acuerdo entre partes. La elección del momento fue algo bastante arbitrario. Importante para algunos, no tanto para otros, es innegable que es un hito destacable, más por lo que uno pone por encima de lo meramente formal que por el hecho en sí.

Digamos que un día excelente frente al Lago Moreno, con más de cien amigos y familiares, varios de los cuales viajaron de lejos especialmente para el evento, resultaron un marco inolvidable para mí, inimaginable hasta el día anterior.

Aquí una pequeña reseña, reflexiones sobre el tema, las fotos, los chismes, los famosos…

Matrimonio

En lo personal, la institución matrimonio no constituye en sí algo sustancial que pueda resultar significativamente distinto a una sana convivencia. Esa sigue siendo mi postura aún ahora que porto el anillo. No creo que esto nos haga mejor o más sólidos como pareja que otros. Es una elección particular de cada pareja y no necesariamente toda relación debe tener su epílogo con un casamiento.
Por lo general, aunque no siempre, son las chicas las que desean más el matrimonio que los varones. Diferencia que no me dignaré a analizar ahora. Diremos que en este caso… no fue una excepción.

¿Ventajas y desventajas? No me parecen significativas para tomar la decisión. Dar cuenta ante el Estado (y Dios, si sos religioso/a) de una unión de pareja, encuadrarse en una ley… sí, digamos que a los fines de la línea de herencia, la obra social (ahora con la unión civil deja de ser un beneficio exclusivo de matrimonios), la posibilidad de compartir bienes, etc, podría ser una ventaja. La ley pone trabas a la separación (figura de abandono de hogar) … entonces en ese caso habría que formalizar con un divorcio… ¿ventaja o desventaja? … en fin.

Ahora bien, digamos que no hace daño. Es cierto, hay que juntar algún dinero para la fiesta, hacer los trámites, organizar todo… nada terrible, en realidad.

Para mí empezó a tomar otro color y entusiasmo cuando decidimos hacerlo de día, en un lugar donde se pudiera aprovechar el paisaje y la vista de este maravilloso entorno. Poder reunir a mis amigos y familia, hacer una fiesta sencilla… pero no por ello menos emotiva. Compartir es la palabra mágica en todo esto. En definitiva, la presencia de la jueza y la firma de papeles pasan a un segundo plano. Es la formalización de un compromiso que ya habíamos asumido. Ya estábamos conviviendo hacía más de un año, y planeamos hacerlo por mucho tiempo más.

Pero es cierto, la fiesta debía ser algo distinto de un lindo cumpleaños, por ejemplo.

Las ceremonias están para eso, para dar cuenta pública de un status que uno asume, son signos claros ante la comunidad. Podría haberme parado ante todos y decir en voz alta: “yo amo a esta mujer” y vale a los fines del compromiso … pero digamos que eso queda bastante “freak”.

Como rara vez entro a una iglesia por propio deseo, quedó claro que eso no iba suceder esta vez tampoco. Una ceremonia civil con jueza y acta de matrimonio encuadraba mejor, ya está inventado y funciona. Así fue cerrando el cuadro.

La fiesta

Organizar una fiesta de casamiento no es fácil, tampoco imposible. Todo depende de qué quieras hacer, de cuánto dinero dispongas, a cuantos quieras/puedas invitar y cuanto tiempo tenés para organizar.

Al no haber iglesia, la cosa se facilitó bastante. La organización se reducía, por así decirlo, a la fiesta en sí.

La elección del lugar y que el evento sea de día tuvo que ver con una insistencia mía al respecto. Venían mis amigos y familiares de Buenos Aires y no quería encerrarlos en un salón, estando en un lugar tan bello. Cecilia estuvo de acuerdo de inmediato. Los que conocen bien Bariloche, saben que es una apuesta fuerte, dado que el clima puede hacerte una mala jugada… sin ir más lejos en un día de este enero llegó a nevar (recordar post de Danbat: Enero estilo Bariloche). La apuesta valió la pena, Bariloche se portó y nos regaló uno de sus mejores días de este verano.

Queríamos hacer algo relativamente sencillo, así que pintaba un asado. Pero surgió la alternativa del curanto. Resultaba interesante por ser una comida típica de la zona y que no se consigue habitualmente. Fue una excelente decisión.

Nos resistimos a poner un “show” con algún animador y/o mago, no nos gusta para nada. Incluso yo dudaba en poner un DJ, pero ya era demasiado. De pronto fui acusado de coartar la libertad de baile, así que venga el DJ y ponga la pachanga. Pasó excelente música hasta que llegó el momento de bailar. Reconozco que no soy un adepto a esa actividad, pero si se me permite, a riesgo de pasar por amargo: la música de fiesta de casamientos apesta. Podría haber elegido yo la música, pero como no era justamente el más interesado en bailar… desistí. Me tocó ir a otros dos casamientos en el lapso de un mes, y ese ítem es el único que definitivamente me resulta incómodo. Hacer las muecas de YMCA a lo Village People o batir la “ma-yo-neee-sa” tres veces en un mes era demasiado para mí. Mirá que hay música linda… pero me dicen que a la mayoría de la gente le gusta la música que suena a “joda”, en fin. Bastante que no hubo vals. De todas formas sacudí un poco la patita y hasta me divertí.

Para no ser latoso, solo quiero terminar con una reflexión final. Realmente fue un momento sumamente grato. Los planetas se alinearon y las cosas salieron muy bien. Contrariamente a lo que imaginaba, no fue para nada traumático, no hubo nervios. Lo planeamos como algo sencillo y así salió, la gente se sintió cómoda y lo disfrutó. Nosotros la pasamos muy bien, y quedamos muy contentos y agradecidos con todos.
Para mí adquirió ex post-facto lo que yo sentí como el real significado.
Estar ahí rodeado por mis seres queridos y repetir estos ritos, que a priori pueden parecer banales o innecesarios, todo esto tiene que ver con una forma de comunicarse, de dar signos claros de la unión que se está declarando. Las formas particulares que adquiera la ceremonia dan cuenta de la personalidad de sus participantes pero comprendí que algunos de esos ritos deben tener un lugar en común para poder compartirlos.

Así que aquellos que estén pensando en hacer algo por el estilo, denle pa’delante. Pero siempre y cuando sea una elección libre de ambos y no sentido como imposición, ya sea familiar o de una de las partes. Lo cual no libra del conflicto, claro, je.